sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 4: Secretos compartidos

INT. / TABERNA / NOCHE

Por otra parte, Andrea y Beto ingresan a una taberna abundada de clientes y donde la música está a todo volumen. La taberna está ubicada en el mismo barrio pobre en el que vive la familia López.



Beto: ¿Estás segura que quieres que celebremos aquí Andrea?

Andrea: (mirando los clientes con asco) ¡Claro que no Beto! ¡Me muero del asco si nos quedamos en esta taberna de mal gusto!

Beto: Pero no entiendo. Tú fuiste la que propuso venir aquí. ¿Cómo dices eso ahora?

Andrea: ¿Sabes qué? ¡Tengo una idea mejor! Compremos dos botellas de tequila y vamos a celebrar a tu casa (le guiña el ojo).

Beto (nervioso): ¿A mi casa? Tú sabes que no tengo casa Andrea. Vivo en el cuarto de una pensión. Además no tengo mucho dinero para comprar tequila (avergonzado).

Andrea (molesta): ¡Entonces no celebremos nada y punto! ¡Buenas noches!

Andrea va a salir de la taberna, pero Beto corre para alcanzarla. La toma del brazo, deteniéndola.

Beto: ¡Espera Andrea! Está bien. No tengo mucho, pero creo que alcanza para comprar las botellas de tequila. Así podremos celebrar como tanto quieres.

Andrea: Lo siento Beto, pero ya se me quitaron las ganas. Mañana tengo un viaje. Va a ser un día pesado para mí y necesito descansar, así que de verdad, buenas noches.

Y con seguridad, la muchacha sale de la taberna, dejando a Beto muy desilusionado.

INT. / RESTAURANTE MIAMI’S GOURMET / NOCHE

Violeta ocupa una mesa. Mira de manera sonriente como Mateo toca una hermosa y pacífica melodía en el piano sobre la tarima del restaurante. Todos los clientes también disfrutan de la presentación, en especial Violeta. Mateo toca el piano con destreza y gran concentración. Él también disfruta de su música. Cuando la presentación termina, los aplausos no se hacen esperar. Él agradece y de lejos mira a Violeta, quien también aplaude con delicadeza. Mateo expresa unas palabras a través del micrófono.



Mateo: Les agradezco a todos su atención. Es un gusto para mí poder deleitarlos cada noche con estas pequeñas piezas instrumentales, que me apasionan tocar. Espero que sigan disfrutando de su estadía en el restaurante durante esta noche.

Mateo baja de la tarima, que no es muy alta. En eso, se acerca a hablar con Gerardo, el dueño de Miami’s Gourmet.



Gerardo: Como siempre estás sensacional Mateo. Con tu música le das mejor ambiente al restaurante. Por ti es que los clientes se amañan más y a la hora de las cenas eligen Miami’s Gourmet como el sitio indicado. Podría pagarte por eso, pero como tú insistes en que no lo haga.

Mateo: Gracias Gerardo, pero tú sabes que yo no hago esto por trabajo. Lo hago por gusto, porque es lo mío. Desearía convertirme en pianista, pero primero tengo los compromisos con la empresa.

Gerardo: ¿Y no has hablado con tu madre? Deberías contarle tus verdaderas aspiraciones. No es justo que tu talento se desperdicie en otras cosas con las que no estás gusto.

Mateo: Créeme que me gustaría, pero mi mamá jamás me apoyaría en algo como esto. Varias veces le he dicho, pero ella lo toma como algo insignificante. Ahora si me disculpas, voy a atender a Violeta. No quiero que se aburra.

Gerardo: ¿Quién es Violeta? ¿La chica que invitaste? (Mira a Violeta de lejos). No es nada fea. ¿De dónde la conociste?

Mateo: La conocí ayer. Trabaja en la florería Buena Vista, la que me recomendaste para comprar el encargo de flores de mi mamá. Supongo que no te molestaría si ocupamos una mesa aunque no ordenemos nada, ¿verdad?

Gerardo: Claro que no Mateo. ¿Cómo crees? Mejor ve con ella. Como dijiste, no querrás que se te aburra.

Mateo le hace caso a su amigo y va directo a la mesa que ocupa Violeta. Toma asiento. Los dos no dejan de sonreírse entre sí y su atracción mutua es notable.

Mateo: Y dime. ¿Te gustó la presentación? ¿Te gustó la melodía que toqué?

Violeta: ¡Me encantó! Le confieso que no pude evitar sentirme emocionada mientras escuchaba esa hermosa pieza. Fue algo mágico. Me sentí como si fuera parte de la alta sociedad. Me sentí muy cómoda.

Mateo: Me alegra. ¿Y de verdad no te apetece comer algo?

Violeta: Ya le dije que no joven. Se lo agradezco, pero no es necesario. No tengo hambre. Más bien me gustaría volver a mi casa. No quiero que se me vaya a hacer muy tarde ni que mis padres se vayan a preocupar por mí.

Mateo: ¿Tan pronto te quieres ir? Aún es temprano. Podemos platicar, no sé, lo que quieras. Háblame de ti. ¿Has pensando en estudiar alguna carrera en la universidad?

Violeta: No, la verdad no. La situación no me lo permite. A duras penas terminé el bachillerato. Después de eso, me he dedicado a ayudar con los gastos de mi casa trabajando en la florería de mi abuelito Florencio, aunque no es mucho lo que gano pero en algo colaboro para cubrir las deudas.

Mateo: ¿Y no te gustaría estudiar para superarte, para tener mejores oportunidades laborales?

Violeta: Sí, me gustaría, pero como le digo la situación no me lo permite. Con lo que mi papá y yo ganamos apenas podemos sostener el hogar. Ni siquiera yo misma podría costearme una carrera. ¿Y usted si puedo estudiar en la universidad a parte de ser tan buen músico?

Mateo: Eh… no (miente). Yo tampoco he podido estudiar por la situación económica. Apenas me sostengo con este trabajo, en el que por cierto la paga es buena. He pensando que tal vez podría conseguirte con Gerardo un trabajo aquí en el que puedas ganar un mejor salario. ¿Qué te parece?

Violeta: ¿Quién es Gerardo?

Mateo: Él es el dueño del restaurante. Es muy amigo mío. Yo podría recomendarte. ¿Pero qué me dices? ¿Te gustaría?

Violeta: Tendría que pensarlo. Podría aceptar un trabajo de medio tiempo, ya que tampoco me gustaría dejar la florería de mi abuelito, pero gracias por la propuesta. (Se levanta de la silla) Ahora sí me gustaría irme joven. Con la noche tan fabulosa que pasé gracias a usted tengo suficiente.

Mateo: (levantándose resignado) Está bien. Me da gusto que por lo menos hayas disfrutado. Te llevaré hasta tu casa en mi auto.

Violeta: No es necesario. Muchas gracias, pero yo puedo irme caminando o puedo pedirle a algún camionero que me acerque, pero no se moleste.

Mateo: No sería ninguna molestia. Déjame llevarte hasta tu casa Violeta. No sería correcto de mi parte que te dejara ir sola, cuando fui yo quien te invité. Por favor. De paso podemos seguir platicando en el camino.

Violeta: (luego de una breve pausa) Bueno, acepto.

Mateo: ¡Qué bien! Sólo déjame ir a despedirme de Gerardo y estoy contigo en unos segundos.

El joven se retira momentáneamente de la presencia de Violeta, algo apurado para no dejarla esperando tanto tiempo. Ella, una vez sola, sonríe emocionada y habla para sí misma:

Violeta: ¡Qué hombre más caballeroso y atractivo! ¡Y yo tan mensa que siempre le niego todo lo que propone! (se da un golpecito en la cabeza con la mano empuñada).

A lo lejos, el fotógrafo que no es más que el detective contratado por Martha para espiar a Mateo, sigue pendiente de cada paso que dan éste último y Violeta.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / NOCHE

Martha está leyendo un libro tranquilamente, sentada en el sofá mientras cruza las piernas. Usa lentes para leer mejor. En eso, pasa Carmina, la empleada de la familia con un canasto de ropa sucia. Martha detiene su lectura para preguntarle algo.



Martha: Carmina. ¿Aún no llega mi hijo?

Carmina (indiferente): No señora Martha. El joven Mateo aún no ha llegado. Está un poco retrasado de la hora a la que acostumbra a llegar.

Martha: ¿Y mi hermano? ¿Por qué no bajó a cenar conmigo?

Carmina: Dijo que se sentía algo indispuesto y no tenía apetito. Me pidió que la disculpara, pero como tenía que planchar unos trajes, olvidé comunicárselo a usted antes de que empezara a comer.

Martha: (con desprecio) ¡Inepta! Llevas trabajando en esta casa hace más de quince años y no has podido ser más eficiente. De buena gana te hubiera echado como un perro a la calle hace tiempo, pero te has salvado por mi hermano que siempre te defiende.

Carmina: Eso lo tengo bastante claro señora. Yo sé que no le conviene mi presencia en esta casa por todo lo que sé de usted. Nada le gustaría más que deshacerse de mí.

Martha: (cerrando el libro) ¡Te prohíbo que me hables en ese tono idiota! ¿Qué quieres? ¿Manipularme con eso?

Carmina: Por supuesto que no señora. Sólo decía. Usted sabe que todos estos años me he visto obligada a callar frente a todos sus secretos manteniéndome al margen. Si quisiera manipularla, ya lo habría hecho antes.

Martha: ¡Más te vale! Tú más que nadie sabes de lo que soy capaz. No creo que seas tan tonta para meterte en la boca del lobo a estas alturas de la vida.

Carmina: Usted lo ha dicho. De todos modos, tenga claro que nada es oculto en esta vida. En cualquier momento, el joven Mateo se va a enterar por otra parte. Todo lo que hacemos de malo, lo pagamos muy caro señora Martha. Con permiso.

Carmina se retira de la sala, dejando a Martha furiosa, tanto así que la anciana arroja el libro al piso.

EXT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / NOCHE

Violeta y Mateo llegan a la casa de ella en el auto de él. Mateo detiene el auto, se baja y ayuda a Violeta a bajarse también como todo un caballero.



Violeta: Nuevamente le agradezco por esta noche tan bonita joven. Nunca había pasado una así antes en un lugar tan fino y con tan buena música como la que usted tocó. Disfruté mucho todo.

Mateo: Eso me llena de satisfacción Violeta. Yo también pasé una noche sin igual contigo. Sé que tan sólo nos conocemos de ayer, pero con las veces que nos hemos visto, me ha sido suficientemente para darme cuenta de la muchacha tan especial que eres.

Violeta (sonrojada): Gracias por esas palabras. Tenga buena noche joven.

Mateo: Espera, antes de que entres a tu casa, quería preguntarte si te volveré a ver. Me gustaría mucho que pudiéramos ser amigos. ¿Crees que podríamos entablar una amistad?

Violeta: Claro. ¿Por qué no? Podemos seguir viéndonos. No le veo ningún problema, además de que es usted un hombre muy interesante. Me transmite mucha calidez y alegría. Ahora sí voy a entrar. Hasta pronto joven.

Mateo: Una cosa más antes de que entres Violeta. Ya no me trates con tanta formalidad y más si vamos a ser amigos. Llámame por mi nombre.

Violeta: (riendo) Sí, discúlpame Mateo. Es que a veces te siento tan superior a mí que no puedo evitar tratarte con respeto. Aún no me hago la idea de que seas un muchacho humilde, sino que más bien te veo como un millonario.

Mateo: Bueno, pues así está mejor. Y ya te irás haciendo la idea. Buenas noches Violeta. Cuídate.

La joven le sonríe con ternura por última vez en ese día a Mateo y entra a su casa con su copia de llaves. Mateo se queda mirándola fascinado y cuando se asegura que Violeta ha entrado bien a su residencia, sube al auto y parte de allí en dirección a la mansión.

Los días van pasando. Violeta asiste a su trabajo en la florería de Florencio sin falta todos los días. La joven atiende los clientes que llegan con mucha amabilidad y una sonrisa en el rostro. Mateo va a visitarla y para aprovechar, compra grandes ramos de flores que él lleva a la mansión para decorarla. Martha no se queda sin preguntarse la proveniencia de las flores, pero decide no cuestionar a Mateo. En varias de esas visitas, Mateo llega de imprevisto a la florería, sorprendiendo a Violeta quien sonríe feliz al verlo. Él le obsequia claveles blancos como detalle y ella los recibe sin dudar.

De esa manera, entre los dos se va aflorando un fuerte sentimiento de amor, que puede notarse en sus miradas y sonrisas mutuas. En el fondo de la florería, Florencio los observa pensativo.

Por otra parte, en la ciudad de Nueva York, Andrea disfruta del viaje pagado por su jefe. Ella no deja de hacerle coqueteos para mantenerlo contento y satisfaga sus caprichos como accesorios o ropa.

En esos días, Clemencia se va poniendo más enferma y su tos cada vez es más severa. Mariana la atiende con preocupación.

EXT. / CARCELARIO FEMENINO / DÍA

Soledad está a las afueras de la cárcel en la que estuvo reclusa por más de veinticuatro años. Llora de emoción, mientras mira al cielo vestida de acuerdo a su edad.



Soledad: (llorando) ¡Gracias Dios mío! ¡Gracias! Ya por fin se terminó esta pesadilla que parecía eterna. Ya por fin podré estar cerca de mi niña. ¡Gracias Señor!

Ella toma su maleta suspirando con un enorme alivio y continúa su camino directo a la casa de su hermana Clemencia.

EXT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, TERRAZA / DÍA

Martha está desayunando junto con su hermano Alfredo en el comedor ubicado en la terraza de la mansión al aire libre. Una joven mucama le sirve el café a Martha. Hay mucho silencio, por lo que Alfredo decide entablar una charla.



Alfredo: En estos últimos días, Mateo ha estado de mejor humor. ¿No lo has notado? En la empresa es más amable de lo normal con los empleados. Ya sonríe más a menudo y hasta el trabajo lo realiza con más destreza.

Martha (muy seria): Eso me preocupa bastante. Él sólo presenta esa actitud cuando está interesado en alguna mujer.

Alfredo: ¡Por favor Martha! ¿Hasta cuándo vas a seguir con lo mismo?

Martha: Sólo me preocupo por mi hijo, Alfredo. Temo que le suceda lo mismo que te pasó a ti hace veinticuatro años. Me aterroriza pensar que pueda estar involucrándose con alguna mujerzuela sin valor alguno y que destruya su vida.

Alfredo (incómodo): ¿Por qué siempre tienes que poner de ejemplo a Soledad?

Martha (molesta): Por favor no me quites el apetito mentando el nombre de esa mujercita. Volviendo a lo de Mateo, contraté un detective hace unos días para que lo siga. Hasta ahora no me ha llamado para que me diga qué ha descubierto.

Alfredo (sorprendido): No puedo creerlo. ¿Mandaste un detective para que siguiera a Mateo? ¿Acaso te has vuelto loca Martha? Definitivamente tú no sabes cuál es el límite entre la preocupación y la sobre protección en un hijo.

Martha (cínica): Tenía que hacerlo. La actitud de Mateo no es normal. Tú mismo lo has notado, a parte de que trae arreglos florales a la casa, su ropa huele todos los días a un perfume barato de mujer. ¿Qué crees que puedo deducir? Necesito confirmar que tiene una aventura con alguna mujerzuela o peor, con alguna prostituta.

Alfredo: (suspirando resignado) Si Mateo se llega a enterar, vas a perder la poca confianza que él todavía te tiene. ¿Eso quieres Martha?

Martha: Tú nunca tuviste hijos y por tanto no me puedes entender. Lo cierto es que para hoy voy a tener noticias del detective. Así sabré en qué anda Mateo realmente.

Los dos no deciden comentar nada más a cerca del asunto, por lo que continúan con su comida.

INT. / FLORERÍA BUENA VISTA / DÍA

Violeta está armando un sencillo ramo de rosas con bastante concentración. En eso, se acerca Florencio con cierta lentitud.



Florencio: ¿Te interrumpo mijita?

Violeta: ¡Ah, no abuelito Florencio! (para de hacer su trabajo). Estaba organizando estas flores. Nada importante. ¿Necesitas que te ayude en algo?

Florencio: No. Sólo quería montarme plática. He visto que ese joven… Mateo, ha venido a visitarte aquí sin falta todos los días. Parece ser que es un hombre amable contigo y es buena persona.

Violeta: (sonriendo ilusionada) De hecho lo es abuelito. Tan sólo lo conozco de hace dos semanas y ya siento que lo conozco de hace bastante tiempo. Es tan guapo, tan amable… Tan interesante… Él es tan galante conmigo que… (Baja la mirada).

Florencio: ¿Qué ibas a decir? ¿Por qué te detuviste?

Violeta (apenada): ¡Ay abuelito! Yo la verdad siento tantas cosas por Mateo, que no sé ni qué pensar de mí misma.

Florencio: ¿A qué te refieres mi niña? ¡Haber! Habla conmigo. Tú sabes que en mí puedes confiar.

Violeta: Es que no sé qué me pasa con él. Últimamente lo pienso mucho. Me hace sentir de una manera especial. Cuando lo veo, no puedo evitar ponerme feliz. Me gusta cuando sonríe, cuando viene hasta aquí sólo por verme. A veces desearía que me estrechara entre sus brazos, estar cerca de su cuerpo, perderme en su rostro y mirada… Le he tomado algo mucho más fuerte que aprecio o admiración y no sé que es abuelito. No sé…

Florencio: ¡Ay mijita! Te estás enamorando de ese joven. Eso es lo que pasa.

Violeta: (negando con la cabeza) No, eso no puede ser… ¿O sí? (frustrada). ¡No sé! Este sentimiento es muy confuso. Y aunque es bonito sentirlo, a la vez me da miedo, porque es algo muy fuerte que nunca había experimentando antes.

Florencio: Por eso mismo. Tú antes no te habías enamorado por lo que me has contado y esta es la primera vez. Es natural que te asustes, que no sepas con certeza qué es, pero ten por seguro que es enamoramiento (le sonríe). Y por lo que he observado, el sentimiento es mutuo.

Violeta: Eso sí no lo creo (ríe sin muchos ánimos). Él es un hombre que a pesar de provenir de un hogar humilde, tiene todo lo necesario para conquistar a cualquier otra mujer con la que tenga más cosas en común. ¿Por qué habría de fijarse en alguien tan insignificante como yo?

Florencio: (suspirando) Yo no creo que sea así. Ya verás. Porque si el amor está presente en dos corazones y esos corazones están conectados, no dudes que pueda formalizarse.

Violeta mira confundida e indecisa a Florencio.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ, CUARTO DE CLEMENCIA / DÍA

Clemencia y Mariana están solas en la casa. La primera está en su cuarto, recostada en la cama, tosiendo compulsivamente. Mariana está sentada, tratando de darle una cucharada del jarabe.



Mariana: ¡Ay mamá! Haz un esfuerzo. Tienes que tomarte esto, porque sino no te vas a poner mejor nunca.

Clemencia: Lo siento hija, pero no puedo (continúa tosiendo). Es como si no pudiera dejar de toser…

Mariana (muy preocupada): Ya llevas así bastante tiempo y para acabar de ajustar, no tenemos con qué pagar un cita médica. Cada vez estás peor mamá. La verdad no sé qué hacer…

En ese momento Mariana escucha que están tocando la puerta.

Mariana: ¿Y ahora quién podrá ser? Ya vengo mamá. Iré a abrir a la puerta, no te mueves de aquí.

Clemencia asienta con la cabeza mientras tose. Mariana se levanta, sale de la habitación y se dirige a abrir la puerta. Al hacerlo, se extraña al ver quien es. La cámara no muestra a esa persona.

Mariana: Buenas tardes. ¿En qué le puedo ayudar?

En el interior de la casa, Clemencia viene caminando con lentitud por un corredor, sorprendiéndose al ver de lejos la persona visitante.

Clemencia (impactada): ¡Soledad!



Soledad le sonríe con mucha amabilidad a Mariana.

INT. / RESTAURANTE / DÍA

Martha está en un restaurante lujoso acompañada del detective que contrató para seguir a Mateo. Al parecer acaban de almorzar. El detective le entrega un sobre que contiene fotografías.



Detective: Aquí tiene señora del Castillo. Durante estas dos semanas no hice otra cosa que hacer exhaustivamente el trabajo que me pidió. Espero que le satisfaga el resultado.

Martha: Tenga por seguro que si lo hizo bien, quedaré completamente satisfecha (saca un fajo de billetes de su cartera y lo pone sobre la mesa). Aquí tiene su paga.

Detective: Ha sido un placer trabajar para usted. Ahora me retiro. Tenga buena tarde señora (le sonríe).

Martha: Antes de que se vaya, tenga claro que el trabajo todavía no termina. Espero pronto noticias suyas con más información tangible de mi hijo.

El detective se levanta y sale del restaurante. Martha se queda sola en la mesa, abriendo el sobre y sacando el contenido. La mujer se escandaliza al ir pasando foto a foto al ver en ellas a Mateo con Violeta compartiendo sonrisas y confianzas. En una de las fotos, Mateo le coloca una rosa en el cabello a Violeta. En otra foto, ve como su hijo le regala flores a la humilde muchacha.

Martha (enojada): ¿Pero qué significa esto? ¿Quién es esta mujer? (continúa pasando las fotografías). Lo sabía. Está saliendo con una pobretona. Claramente se ve que es una mujercita de barrio bajo. ¿Cómo es posible?

Ella no puede dejar de escandalizarse al ver las confianzas que Mateo se toma con Violeta en aquellas fotos, al tiempo que el enojo se va apoderando de ella.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / NOCHE

En la sala de la casa, Soledad, Clemencia y Mariana están reunidas, sentadas en los modestos sofás. Mariana está sorprendida al saber por su madre que Soledad es su tía, puesto que no la conocía. Soledad toma un café tibio.



Mariana: (a Soledad) ¿Así que usted es mi tía? ¡Qué sorpresa! Mi mamá nunca nos habló de usted, pero me da mucho gusto conocerla.

Soledad: A mí también Mariana. Todos estos años tuve muchas ganas de conocer a mis sobrinas, pero las circunstancias no me lo permitieron (triste).

Mariana (intrigada): ¿Y qué circunstancias eran si se pueden saber?

Clemencia: Hija, tu tía recién acaba de llegar. No es momento de abordarla con preguntas, por favor (tose).

Soledad: No, está bien Clemencia. Entiendo que la niña quiera saber. Mariana, yo viví en España todo este tiempo (miente con cierta incomodidad). No tuve mucho contacto con tu mamá, porque no me iba muy bien en lo económico, pero de vez en cuando hablábamos por teléfono.

Mariana: Ya veo, pero si fue así, ¿por qué mamá nunca nos mencionó que teníamos una tía? Pudo haberlo hecho por más distanciada que estuviera.

Clemencia: (a Mariana) Yo no lo tomé así hija. Estábamos muy alejadas y por eso daba igual si lo sabían o no.

Mariana: (no muy convencida) Mmm, está bien. Pues no me queda más que darle la bienvenida tía Soledad.

Soledad (conmovida): Muchas gracias Marianita. No sabes lo mucho que significan tus palabras para mí. Todo este tiempo me sentí muy falta de familia.

Mariana: Pues aquí va a poder sentirse en esa familia que no tuvo esos años que vivió en España. Estoy segura que a Violeta también le va a alegrar saber que tiene una tía.

Soledad al escuchar el nombre de su hija no puede evitar estremecerse, pero procura fingirlo sonriéndole a Mariana.

Soledad: ¿Y dónde están Violeta, Andrea y Ulises?

Clemencia: Violeta aún no llega del trabajo, pero ya no debe tardar. En cuanto a Andrea, se fue a un viaje de trabajo hace varios días y aún no ha vuelto. Ulises también está trabajando, pero en un pueblo lejano. Llega mañana (tose).

Soledad: Ya veo.

Las tres se quedan en silencio. Soledad sigue tomando de su café.

EXT. / FLORERÍA BUENA VISTA / NOCHE

Violeta está cerrando la florería. Le pone seguro a la puerta con sus llaves. El vecindario está algo poblado de transeúntes. Cuando la joven termina, se da vuelta y justo ve como Mateo llega en su lujoso auto. Él se baja y los dos al verse se sonríen.



Violeta (feliz): Mateo…

Mateo: ¡Qué bueno que no te has ido aún Violeta! Llegué justo a tiempo antes de que te fueras para tu casa.

Violeta: ¿Y qué te trae por aquí? Me extraña tu visita a esta hora. ¿Pasa algo?

Mateo: (acercándose a Violeta) No, no es eso. Vine decidido a decirte algo que simplemente no puedo dejar de pasar por alto. Es respecto a lo que siento por ti…

Mateo se acerca bastante a Violeta. Él la mira penetrante, lo que hace sentir agitada y asustada a Violeta, ya que antes no había tenido ese acercamiento con un hombre. La tensión crece en unos pocos segundos entre ambos.

Mateo: Violeta… Te amo…

Y repentinamente, con gran delicadeza, Mateo toma a la muchacha del rostro y la besa. Se escucha la canción “Es de verdad” de Belinda. 




Violeta cierra los ojos y se deja llevar. La escena dura varios segundos.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN / NOCHE

Martha está en la sala de la mansión, tomando un café, sentada en un sofá. Piensa detenidamente en aquella muchacha humilde de las fotos quien no es más que Violeta, pero algo en ella le resulta familiar.



Martha: La mujer de las fotografías… Siento que la conozco de alguna parte, pero no puedo recordarlo. ¿Dónde la habré visto antes?

En eso momento entra Carmina con el teléfono inalámbrico en mano.



Carmina (seria): Señora Martha. Tiene una llamada de una de sus amigas. Es la señora Luján. Dice que necesita contarle algo muy importante.

Martha le arrebata de mala manera el teléfono a Carmina y ella se retira a seguir con sus labores.

Martha (contesta): Dime Zoraida. ¿Qué sucede? La criada me dijo que debías contarme algo importante. ¿De qué se trata? (hace una corta pausa). ¿¡Qué!? (Furiosa). ¡Eso que me estás diciendo debe ser imposible! ¡Esa malnacida no pudo haber salido de la cárcel! ¡Noooo!

En el segundo piso de la mansión, en el cuarto de Martha, Carmina está cambiando las sábanas de la cama. De repente entra Martha histérica y Carmina se asusta.

Martha (histérica): ¡Maldita sea! ¡Esa mujer no pudo! ¡Soledad Miranda no pudo salir en libertad! El juez ese no le alargó la condena. ¡Maldita!

Carmina: ¿Qué le pasa señora?

Y de repente, Martha le lanza una sonora cachetada a Carmina.

Martha: (gritando) ¡Sal de aquí ahora criada miserable! ¡Sal ahora mismo! ¡No quiero que absolutamente nadie me moleste! ¡Nadie!

Carmina: ¡Ya no más señora Martha! ¡Ya me cansé de usted! No le voy a seguir permitiendo que me maltrate y me siga humillando como lo ha hecho todos estos años. ¡No más!

Martha (intimidante): ¿Cómo te atreves a hablarme así igualada, insolente?

Y cuando Martha está a punto de darle otra cachetada a Carmina, ésta la detiene con fuerza. Martha abre los ojos de sorpresa.

Carmina: ¡Se lo acabo de decir! ¡No le permito que me ponga una mano encima! Ya es hora de que todos sepan la clase de mujer que es usted Martha del Castillo, en especial el joven Mateo.

Martha: (soltándose de Carmina) ¡No te atrevas a abrir la boca Carmina porque te puede pesar!

Carmina: A la que le va a pesar es a usted. Esta misma noche el joven Mateo se va a enterar que tiene una hermana. Le voy a contar que usted me regaló a Sabrina, a su propia hija, producto de una violación y yo todos estos años la he cuidado como si fuera mía.

Martha: ¡Eso nunca no te lo voy a permitir! ¡Primero te mueres llevándote el secreto a la tumba!

Martha empuja a Carmina sobre la cama y comienza a cachetearla fuertemente sin detenerse. Carmina trata de quitársela de encima y sale corriendo del cuarto; sin embargo, Martha logra alcanzarla, jalándola del cabello.

Carmina (adolorida): ¡Suélteme! ¡No va a lograr nada! ¡La verdad va a salir a flote tarde que temprano! ¡Aaaaaaaaaaaah! ¡Auxilio, auxilio! ¡Señor Alfredo! ¡Ayúdenme!

Martha (furiosa): ¡Ya rebosaste mi paciencia estúpida! ¡Púdrete en el infierno!

Y en un arranque, Martha suelta a Carmina del pelo y la arroja con fuerza hacia el gran ventanal que hay en la habitación. Carmina cae rompiendo la ventana en el acto y su cuerpo cae fulminado en el patio exterior a la mansión. La empleada muere al instante con los ojos abiertos y con miles de pedazos de vidrio rotos sobre ella. Desde arriba, Martha observa exhausta la escena, con una profunda mirada de maldad.

CONTINUARÁ…


Escrito por Aleja Soto

1 comentario:

  1. Bueno, es evidente que Martha sienta fastidio que Soledad este libre porque es la asesina de su esposo... A nadie le gustaría que un asesino este suelto por allí... Es cierto que Soledad es inocente y no mató a nadie pero ante los ojos de mucha gente es una asesina...

    Y lo curioso es que Martha ya se convirtió en una asesina al revelar el secreto de Sabrina ante la mucama... Y el hermano es otro asesino porque ya mató a alguien.

    Violeta y Mateo hacen bonita, se percibe mucha química en sus diálogos. Lo curioso es que su relación empiece por un malentendido porque ella piensa que es pobre y él le sigue la corriente.

    Imagino perfecto a Paulina Vega como Andrea. Para mí, ella es Andrea. No visualizo a la chica que elegiste para este personaje.

    Saludos,

    Renzo

    ResponderEliminar