sábado, 1 de febrero de 2014

Capítulo 5: Revelación y propuesta

EXT. / FLORERÍA BUENA VISTA / NOCHE

Mateo aún besa a Violeta. Ella procura corresponderle improvisando, puesto que este es su primer beso, pero al final, la muchacha se aparta agitada de él.



Violeta: Me tengo que ir… Lo siento Mateo…

Mateo: Espera Violeta (tomándole del brazo). Perdóname. No debí haberte besado, pero es que no pude evitarlo al tenerte tan cerca de mí. Yo te amo. Esto que siento por ti es algo de verdad…

Se escucha la canción “Es de verdad” de Belinda.


Los dos se miran fijamente.

Violeta: De verdad me tengo que ir… Lo siento mucho, discúlpame, pero ahora no puedo hablar. Lo siento.

Violeta se retira apurada de la presencia de Mateo. Él se queda frustrado pues cree que ha hecho mal.

Mateo: ¡Qué estúpido! ¡Lo arruiné!

En una acera alejada de la florería, cerca a su casa, Violeta camina consternada por aquel beso inesperado. Se toca los labios con suavidad y recuerda lo que habló con Florencio esa misma tarde:

FLASH BACK



Florencio: ¡Ay mijita! Te estás enamorando de ese joven. Eso es lo que pasa.

Violeta: (negando con la cabeza) No, eso no puede ser… ¿O sí? (frustrada). ¡No sé! Este sentimiento es muy confuso. Y aunque es bonito sentirlo, a la vez me da miedo, porque es algo muy fuerte que nunca había experimentando antes.

Florencio: Por eso mismo. Tú antes no te habías enamorado por lo que me has contado y esta es la primera vez. Es natural que te asustes, que no sepas con certeza qué es, pero ten por seguro que es enamoramiento (le sonríe). Y por lo que he observado, el sentimiento es mutuo.

FIN DEL FLASH BACK

Violeta deja de recordar y la canción termina, justo cuando ella se da cuenta que ha llegado a su humilde casa. Saca del bolso la copia de llaves, abre la puerta y entra. En la sala aún se encuentran reunidas Soledad, Clemencia y Mariana. Soledad al ver a su hija Violeta no puede evitar estremecerse y tanto ella como Mariana se levantan del sofá.



Violeta: (sonriendo) Buenas noches.

Mariana: (levantándose del sofá) ¡Qué bueno que llegas Violeta! ¡Tenemos una visita bastante inesperada!

Soledad mira nerviosa a Clemencia. Ésta última sólo guarda silencio tranquila. Violeta se percata de la presencia de Soledad y le sonríe.

Mariana: (a Violeta) Mira. Ella es la tía Soledad. Es hermana de mamá. Viene de España.

CIUDAD DE NUEVA YORK

INT. / OFICINA / NOCHE




Andrea se encuentra entregándole unos documentos a su jefe. Ella le está explicando algo, pero el licenciado no se concentra y sólo la mira fascinado por su belleza.



Andrea: Y esas son las secuencias de la que le hablo, pero ya usted mirará si afecta en algo o no el resultado del dictamen. ¿Algo más?

Licenciado: ¡Ah, no Andrea! Puede retirarse. De paso, váyase ya a descansar al hotel. Es bastante tarde y el vuelo de regreso a Miami sale muy temprano mañana.

Andrea: Gracias Licenciado. Antes de irme, me gustaría expresarle lo agradecida que estaré con usted por este viaje. Ha sido un hombre muy generoso conmigo y no tengo cómo pagarle.

Licenciado: ¿Sabe algo Andrea? Aunque todo lo que he hecho por usted ha sido desinteresadamente, debo aceptar que sí me gustaría recibir algo a cambio de su parte.

Andrea: ¿Y qué podría ser eso según usted?

El abogado se levanta de la silla en la que estaba sentado, se acerca a Andrea y la besa impulsivamente. Ella le corresponde, pero luego se aparta.

Andrea: (fingiendo vergüenza) ¡Licenciado! ¡Esto no debió pasar!

Licenciado: Perdóneme Andrea, pero no puedo ocultarlo más. Usted es una mujer muy bella. Me atrae en gran manera. Conozco la diferencia de edad que hay entre nosotros y créame que por eso, todo este tiempo me he abstenido de decirle lo que siento, pero no puedo más…

Andrea: Esto me toma por sorpresa. Yo a usted le tengo un gran aprecio. Para mí la diferencia de edad es lo que menos importa, pero ahora no sé qué pensar. Espero que comprenda.

Licenciado (desilusionado): Lo comprendo a la perfección, pero yo también espero que tenga en cuenta mis sentimientos hacia usted, porque son serios. Créame.

Andrea le sonríe hipócrita al Licenciado y lo abraza, pero detrás de él, cambia su sonrisa por una de asco y repugnancia.

MIAMI

EXT. / MANSIÓN SAN ROMÁN / NOCHE


Mateo recién llega a su casa en su auto, pensativo por lo sucedido con Violeta. En eso ve una patrulla de policías en la entrada de la mansión y el servicio de médicos forenses que llevan en una camilla a una persona fallecida, pero cubierta por una sábana blanca. El joven se extraña frente a eso y sale rápidamente del vehículo. Entra a la mansión y ve a unos policías interrogando a Martha y a Alfredo.



Mateo (muy preocupado): ¿Qué pasó aquí? ¿Quién era la persona que el servicio forense se estaba llevando?

Alfredo: Mateo, sucedió una tragedia. Carmina sufrió un accidente y desgraciadamente murió.

Mateo (sorprendido): ¿Carmina murió? ¿Pero cómo pasó algo así? ¿Qué clase de accidente tuvo?

Alfredo: No lo sabemos con exactitud. Tal parece que perdió el equilibrio y cayó por el ventanal que hay en el cuarto de tu mamá. No sabemos que hacía ahí.

Martha (cínica): A lo mejor estaba haciendo algún quehacer. Pudo haber estado limpiado el ventanal cuando se resbaló y cayó. Es una pérdida muy grande. Carmina llevaba trabajando en esta casa hacía más de quince años.

Policía: (a Martha y Alfredo) Hasta aquí llega el interrogatorio señor y señora del Castillo. Dependiendo del resultado de la autopsia, podríamos abrir una investigación para esclarecer los hechos que llevaron a la muerte a la señora Carmina Barrientos. Tengan buena noche.

El policía de mayor rango se retira de la mansión con los otros policías que lo acompañan. Mateo se queda a solas con Martha y Alfredo. Todos están consternados frente a la muerte de Carmina, excepto Martha quien sólo finge de la manera más cínica.

Mateo: Dios mío. Cómo es la vida. Tan solo hoy en la mañana Carmina nos servía de desayunar y pensar que en este mismo día murió. Es increíble.

Alfredo: Tienes toda la razón sobrino. Yo le tenía un gran aprecio. Siempre nos sirvió muy bien. Nunca dio quejas, pero lamentablemente hay que asimilar que ya está muerta.

Martha: Lo mejor que podemos hacer ahora es contactar a sus familiares para comunicarles la triste noticia.

Alfredo: Carmina no tenía familiares Martha. Tengo entendido que su única hermana falleció hace muchos años. Lo que sí podemos hacer por ella es encargarnos de todas las honras fúnebres. No tenía parientes, pero sí nos tenía a nosotros.

Martha: Lamentablemente no es la única noticia mala que recibimos hoy. Me enteré por una amiga que Soledad Miranda salió hoy de la cárcel.

Alfredo: ¿Qué dices Martha? ¿Soledad salió de la cárcel?

Martha: (con odio) Tal y como lo oyes Alfredo. ¡Esa mujerzuela salió libre y no lo merecía! ¡Debió quedarse encerrada ahí el resto de su miserable vida! Pero no. Pasó lo contrario y ahora disfruta de su libertad.

Mateo (indignado): Eso no puede ser. Es el colmo. Ya no hay justicia en este mundo. ¿Esa mujer mató a mi padre y está en libertad? ¿Por qué no hiciste nada para evitarlo mamá?

Martha: Lo intenté Mateo. Créeme que lo intenté, pero desgraciadamente no fue suficiente para condenar a Soledad muchos años más. En fin… con su permiso me iré a descansar. Me siento muy mal con esto que ha sucedido. Buenas noches hijo.

Mateo: Buenas noches mamá. Que descanses.

El joven le da un beso de buenas noches a su madre en la mejilla. Martha se retira a su cuarto. En medio de la oscuridad, su mirada se torna aterradora y sonríe satisfecha por haber asesinado a Carmina.

Martha: Como disfruté matándote Carmina. Ya me tenías harta con tus amenazas. Te di justo lo que merecías desgraciada.

La malévola mujer continúa sonriendo con gran satisfacción.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ, SALA / NOCHE

Mariana acaba de presentarle a Violeta a Soledad. Soledad está estremecida al tener a su hija al frente, pero procura evitarlo lo más posible.



Soledad: (sonriendo) Hola Violeta. Me da mucho gusto conocerte. Eres toda una señorita y muy bonita por cierto.

Violeta (consternada): Gracias… Me gustaría decir lo mismo ya que esto me toma por sorpresa. No sabía que teníamos una tía de España.

Mariana: Lo mismo me pasó a mí Violeta. Mamá no nos dijo nada porque la tía Soledad vivía muy lejos y no tenía contacto con nosotros. Por eso daba igual si sabíamos o no de la existencia de ella.

Soledad: Así es. No tenía sentido que supieran de mí, si ni siquiera podían comunicarse conmigo. Era lo mismo que no saber. Pero ahora que he venido hasta aquí para estar con mi única familia, me gustaría recuperar el tiempo perdido.

Violeta: ¿Y piensa quedarse permanentemente... tía Soledad?

Soledad: Me encantaría. Claro que no pienso que ustedes me mantengan. Todo lo contrario. En cuanto pueda, conseguirá un trabajo y colaboraré con los gastos de la casa, sino hay ningún problema.

Violeta: Claro tía Soledad. Aunque haya estado alejada todo este tiempo, no deja de ser familiar nuestra y es bienvenida a esta casa (sonríe).

Soledad (conmovida): Muchísimas gracias mi niña. Eso de verdad me hace muy feliz… ¿Puedo darte un abrazo?

Violeta: (extrañada, pero sonriendo) Sí. ¿Por qué no? Un abrazo nunca se le niega a nadie.

Y con una tierna sonrisa, Violeta se dirige a Soledad y la abraza. Soledad no duda en corresponde el abrazo y derrama varias lágrimas de la emoción. Clemencia mira la escena en silencio, al igual que Mariana.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, COMEDOR / AL DÍA SIGUIENTE

Martha ha contratado a una empleada provisional, mientras contrata una de tiempo completo en reemplazo de Carmina. Martha habla por teléfono, mientras la empleada le sirve el café.



Martha: Así como lo oye Detective. Las fotos que me pasó ayer no me dicen nada concreto. Sólo veo a mi hijo y a una mujer con muchas confianzas. Necesito que investigue quién es, dónde vive, en qué trabaja y sobretodo, qué clase de relación tiene con mi hijo. ¿Entendido?

La mujer cuelga el teléfono y se lo entrega a la empleada. En eso se escucha que alguien toca el timbre de la casa.

Martha: (a la empleada) ¿Por qué no han bajado a desayunar mi hermano y mi hijo?

Empleada: El señor Alfredo tuvo que irse temprano a la empresa, y su hijo se está arreglando.

Martha: Está bien. Ve a ver quién es.

La empleada se retira a abrir la puerta. Se trata de una bonita muchacha, que viste sencilla y llora desconsolada.



Empleada: Buenos días. ¿Qué se le ofrece?

Sabrina: Buenos días. ¿Vive aquí la señora Martha del Castillo?

De repente, Mateo cruza y le llama la atención ver a aquella muchacha llorando, por lo que se detiene para ver qué necesita.



Mateo: ¿Qué necesita señorita? ¿Busca a alguien?

Sabrina: Así es. Me gustaría hablar con la señora Martha del Castillo. Es urgente. Mi nombre es Sabrina. Carmina era mi madrina y avisaron que se murió. Ahora que ella me dejó desamparada, no tengo a donde ir. Necesito hablar con la señora Martha.

Mateo: Por favor pasa Sabrina. Hablaremos con ella.

Sabrina entra tímidamente a la mansión y Mateo la lleva despacio hasta el comedor donde está Martha. La empleada cierra la puerta.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / DÍA

Violeta se está arreglando en su cuarto para salir a trabajar a la florería. En eso, entra Soledad en silencio. Violeta se percata de su presencia y al verla le sonríe.



Soledad: ¿Ya te vas a trabajar Violeta?

Violeta: Sí tía Soledad, como todos los días. Tengo que hacerlo para colaborarle a papá con los gastos. Él y yo somos quiénes sostenemos la casa, porque aunque Andrea trabaja, ella es bastante egoísta con el dinero que gana.

Soledad: Eres una niña muy responsable. ¿Y no tienes novio?

Justo cuando Violeta escucha la pregunta de Soledad, la joven recuerda el momento en que Mateo la besó la noche anterior.

Violeta: La verdad no sé (ríe). Hay un hombre muy guapo que está interesado en mí, y yo también lo estoy en él, pero no hemos llegado nada todavía. Hay que aclarar bastantes cosas.

Soledad: Pues ojalá sea un buen hombre para ti, que te valore y te haga muy feliz. A veces enamorarnos de quién no nos corresponde, resulta muy doloroso. Por eso ten cuidado hija…

Violeta (extrañada): ¿Me llamó hija?

Soledad (asustada): Eh… sí, lo hice, pero es de cariño. ¿Te molesta?

Violeta: Claro que no tía. ¿Sabe algo? No llevamos ni un día de conocernos y le he tomado mucha confianza. Siendo así, creo que le tomaremos muchísimo cariño en poco tiempo.

Soledad: Violeta… (La toma de las manos). Quiero que sepas que en mí puedes confiar cuando necesites hablar con alguien. En mí puedes ver a una segunda madre. Yo siempre estaré dispuesta a escucharte y a brindarte mi cariño y apoyo (solloza).

Violeta: Así lo haré tía. Tenga por seguro que así lo haré. ¿Pero se encuentra bien? La veo como si tuviera ganas de llorar.

Soledad: (limpiándose los ojos) No es nada, no te preocupes mi niña. Es que soy muy tonta y me conmuevo por cualquier cosa, pero no te preocupes. Mejor ve a trabajar. Se te hace tarde.

Violeta: Bueno, entonces me voy. Nos vemos más tarde.

La muchacha sale del cuarto con su bolso. Soledad se queda sola y se derrumba sobre una cama llorando. Se toca con una mano la otra, puesto que momentos antes había tocado las manos de su amada hija. Llora conmovida.

Minutos después, en la misma casa, Ulises recién llega del pueblo donde trabaja. Está en la sala y Mariana le presenta a Soledad. Clemencia también está presente. Todos están sentados en los sofás.



Ulises (sorprendido): ¡No puedo creerlo! ¡Tantos años sin volver a verte Soledad!

Soledad: Lo mismo digo Ulises. Hace veinticuatro no nos veíamos, precisamente la edad que tiene Violeta.

Mariana: La tía Soledad estuvo incomunicada con nosotros todo este tiempo que vivió en España. Mamá nunca nos habló de ella y por lo visto tú tampoco papá, ya que sabías de la existencia de la tía.

Ulises: Sí. La llegué a conocer, pero no tratamos mucho. No volví a saber nada de Soledad justo cuando Clemencia estaba embarazada de Violeta.

Soledad y Clemencia no hacen buen gesto en el rostro.

Ulises: Clemencia me dijo todo este tiempo que Soledad estaba viviendo en el extranjero. Y ya no volvimos a mencionarla nunca.

Soledad: Lo entiendo. Después de todo, yo nunca hice lo posible para contactarme con ustedes, ya que las circunstancias en las que vivía no me lo permitían. Pero ya estoy devuelta y pienso quedarme con ustedes que son mi única familia.

Mariana: Bueno, me tengo que ir ya para el colegio. Ya estoy en exámenes finales y no puedo darme el lujo de llegar tarde. Se cuidan todos.

Mariana se despide con un beso en la mejilla de Clemencia, Ulises y Soledad, ya que ésta última le ha dado una sensación de confianza. La joven sale de la casa directo al instituto donde estudia.

Soledad: Qué bueno que ya estamos solos, porque tenemos mucho de qué hablar. Clemencia y yo tenemos algo muy delicado que confesarte Ulises. Es algo relacionado con Violeta.

Ulises (extrañado): ¿Cómo?

Clemencia: (tosiendo) Violeta no es tu hija Ulises, ni tampoco mía. Es hija de Soledad.

Ésta revelación deja impactado a Ulises.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

En la sala de mansión, Sabrina está sola, sentada en un sofá. En sus ojos se nota lo mucho que ha llorado. En eso, llega Mateo. Sabrina se levanta.



Sabrina: Joven. ¿Qué dijo la señora Martha? ¿Puede atenderme?

Mateo: Sí Sabrina. Mi mamá vendrá en breve a hablar contigo. A ella le podrás presentar tus problemas ahora que Carmina falleció.

Sabrina: ¿Usted… es hijo de la señora Martha?

Mateo: Sí. Ella es mi madre. ¿Por qué la pregunta? (extrañado).

Sabrina (consternada): Por nada, sólo preguntaba. Le agradezco sus atenciones. Mi madrina era lo único que tenía en el mundo.

Mateo: Mi más sentido pésame para ti. Carmina siempre fue una excelente trabajadora. Te tengo que dejar, debo salir. Cualquier cosa que necesites, no dudes en decirle a mi mamá.

Sabrina: Gracias.

Mateo sale de la mansión. Sabrina vuelve a tomar asiento. Pasan unos segundos y llega Martha muy seria a la sala. Mira con desprecio a Sabrina. Ella al verla se levanta.



Sabrina: ¡Buenos días señora Martha!

Martha: Buenos días. Mi hijo me comentó que eras la ahijada de Carmina que en paz descanse. ¿Qué es lo que quieres? ¿Para qué viniste?

Sabrina: Me llamo Sabrina señora. Supongo que ahora debe saber quién soy. Soy su hija…

Martha al escuchar el nombre de la muchacha se queda impávida. Sabrina es su hija ilegítima, la que regaló a Carmina cuando la dio a luz.

INT. / CARCELARIO FEMENINO / DÍA

Alfredo ha decidido ir a la cárcel en la que estaba presa Soledad. Está en la oficina de la directora.



Directora: Lo lamento mucho señor del Castillo, pero no puedo darle esa información.

Alfredo: Es urgente señora directora. Me urge saber el paradero de Soledad Miranda, a dónde fue después de que salió de aquí.

Directora: Le reitero lo que acabo de decirle. No puedo darle esa información porque simplemente no sé a donde se ha ido a vivir Soledad Miranda. Ella no dejó teléfonos de contacto, ni nada por el estilo. Sólo salió de aquí con su ropa y sus documentos de identidad.

Alfredo: (se levanta del puesto del resignado) Está bien. Le agradezco su atención. Hasta luego.

Alfredo sale de la oficina de la directora. Una vez afuera se pasa, las manos por el rostro frustrado.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / DÍA

Ulises está impactado por la confesión tan delicada que acaban de hacerle su cuñada Soledad y su esposa Clemencia.



Ulises (muy sorprendido): ¡Eso no puede ser! ¿Cómo es posible? ¡Debe ser mentira!

Soledad (apenada): Es la verdad Ulises. Hace veinticuatro años, el verdadero padre de Violeta, Alfredo del Castillo sorprendió a mi jefe intentando violarme (se le saltan las lágrimas). En un arranque, lo mató y yo me culpé del crimen en su lugar. Me condenaron a muchos años de prisión.

Clemencia: Soledad ya sabía que estaba embarazada cuando entró a la cárcel. Por esa circunstancia se vio en la obligación de entregarme a Violeta cuando nació, para que me hiciera cargo de ella, pero yo la hice pasar por nuestra hija Ulises.

Ulises: ¡Eso es imposible! Violeta debe ser mi hija. Por esos días, Clemencia estaba en embarazo. No podía estar fingiendo. Yo mismo estuve presente cuando el médico nos dio la noticia.

Clemencia: Pero recuerda que ese mismo médico muchas veces nos advirtió que era un embarazo complicado. Yo perdí a ese bebé a los seis mese de gestación. No te dije nada por miedo a tu reacción, a que me culparas de lo sucedido.

Ulises (impactado): Dios mío…

Clemencia: Fue entonces cuando vi la oportunidad de que cuando Violeta naciera y Soledad me la entregara, hiciera pasar a la niña por ese bebé que perdimos. Y en los meses restantes de gestación, usé una barriga falsa sin que te dieras cuenta. Además, como tú no estuviste presente en el supuesto parto, todo fue más fácil…. (Tose).

Soledad: Cuando Clemencia me contó lo que había hecho, me enojé mucho, pero después lo analicé y decidí que era lo mejor para Violeta, para que ella no sufriera viendo como yo siendo su madre estaba encerrada en una cárcel.

Ulises: (levantándose furioso del sofá) ¡Esto es inaudito! ¡No puedo creer que Clemencia hubiera hecho algo así! ¡Y que tú Soledad se lo acolitaras! Nada justificaba haber sostenido un engaño de esta magnitud.

Soledad: (llorando) Si quieres culpar a alguien Ulises, cúlpame a mí. Yo soy la única culpable de todo. He cometido muchos errores y los he ido pagando muy caro, créeme.

Ulises: Lo hecho, hecho está Soledad. Ya nada se puede hacer. Lo más importante ahora es Violeta. Toda su vida ha sido un engaño creyendo que Clemencia y yo somos sus padres y que Andrea y Mariana son sus hermanas. Ella tiene que saber la verdad.

Soledad: Para eso he vuelto Ulises. Estoy dispuesta a ganarme la confianza y el amor de mi hija, porque sólo de esa manera, cuando vaya a confesarle la verdad, no resulte un golpe tan duro para ella. Sólo les pido a ti y a Clemencia que continúen guardando el secreto y que me den tiempo…

Clemencia y Ulises miran a Soledad. Ulises suspira y luego asienta con la cabeza.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN / DÍA

Martha está asustada al tener al frente a Sabrina, la hija que nunca reconoció. Inmediatamente, antes de que la muchacha pueda decir una sola palabra, la toma fuerte del brazo.



Martha (furiosa): ¿Cómo te atreves a venir a mi casa bastarda? ¡Vete ahora mismo y no vuelvas nunca más! ¡Tú no eres mi hija!

Sabrina: ¡Señora Martha escúcheme por favor! Sólo le pido eso ¡Por favor! ¡Suélteme, me hace daño!

Martha: (gritando) ¡Lárgate de mi casa ahora mismo! ¡No quiero volver a verte por aquí! ¡Aléjate de mí y de mi hijo! ¿Entendiste?

Martha saca a Sabrina de la mansión jalándola fuertemente del brazo y a empujones, la tira en todo el andén, humillando a la muchacha de la peor manera.

Martha: Ni creas que porque tu asquerosa madrina se murió puedes venir hasta aquí para pedirme amparo. ¡Eso nunca! Y no vuelvas porque te puede pesar.

La malvada mujer da un tremendo portazo, dejando a Sabrina llorando desconsolada en el piso. Sabrina se levanta y toca la puerta insistente.

Sabrina: ¡Señora Martha! ¡Ábrame, por favor! Se lo suplico. No tengo a donde ir. Mi madrina era lo único que tenía en el mundo. ¡Ábrame!

Ella sigue tocando. Martha le da orden a su empleada de no abrirle a Sabrina y luego se va a sentar en un sofá de la sala perturbada.

INT. / FLORERÍA BUENA VISTA / HORAS DESPUÉS

Florencio está vendiéndole un ramo de flores a un hombre. Luego de que el hombre le paga, se retira. En eso, llega Mateo en su auto. Él se baja del vehículo.



Mateo: Buenas tardes don Florencio. ¿Se encuentra Violeta? Me gustaría hablar con ella.

Florencio: Sí, ella está. Ya se la llamo joven.

Florencio se adentra a la florería para avisarle de la visita de Mateo a Violeta. Ella organiza un ramo de flores.



Florencio: Mijita. Te anda buscando el joven San Román.

Violeta (sorprendida): ¿Mateo está aquí? Ya salgo para hablar con él abuelito. Gracias.

Florencio se retira. Violeta se para frente a un espejo. Se peina un poco el cabello con las manos y sale. Mateo al verla le sonríe y ella no le es indiferente, ya que también le sonríe feliz.

Mateo: Hola Violeta. Me gustaría hablar contigo. ¿Podemos ir a caminar con el permiso de don Florencio?

Florencio: Por mí no hay ningún problema. Pueden irse a hablar lo que necesiten.

Violeta: Gracias abuelito Florencio. (A Mateo) Está bien Mateo. Vamos.

Los dos jóvenes se retiran de la florería. Mateo deja su auto parqueado en la florería. Momentos después, van caminando por un parque despaciosamente. Hay silencio, pero el primero en romperlo es Mateo.

Mateo: Sé que aún debes estar consternada por lo que pasó anoche. Créeme que me siento muy avergonzado contigo. Mi intención no era besarte. Sólo quería confesarte lo que sentía, pero no pude resistir al tenerte tan cerca de mí.

Violeta: No te preocupes Mateo. Si piensas disculparte, quien debe hacerlo soy yo por haber salido corriendo como una cobarde, pero no estoy acostumbrada a que me besen inesperadamente.

Mateo: Lo sé y de todos modos me disculpo contigo. Pero te reitero lo que siento por ti Violeta.

Los dos paran de caminar al mismo tiempo. Mateo acaricia con delicadeza la tersa piel del rostro de Violeta. Ella le sonríe.

Mateo: Te amo… Tu ternura, tu dulzura, tu belleza. Todo eso me ha hecho enamorarme de ti como nunca pensé. Lo que siento por ti es tan mágico, tan especial, tan fuerte que no lo había sentido antes por ninguna otra mujer.

Violeta: (sonrojada) ¡Ay Mateo! La verdad es que ahora no sé qué decir con esto…

Mateo: ¿Te gustaría ser mi novia Violeta?

La muchacha se queda fría ante semejante propuesta.

CONTINUARÁ…


Escrito por Aleja Soto

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