sábado, 1 de febrero de 2014

Capítulo 7: Engañada

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN / NOCHE

Mateo llega a la mansión feliz después de haber conocido y compartido con la familia de su novia Violeta. Martha lo espera seria, sentada en un sofá de la sala.



Martha: Buenas noches hijo. ¿Se puede saber dónde estabas? Mira nada más la hora que es.

Mateo: Sabes muy bien donde estaba mamá. Me quedé tocando en el restaurante. Hoy había más clientes, así que tuve más presentaciones (miente).

Martha: ¿Y no me estarás mintiendo Mateo?

Mateo: (evitando la pregunta) Mamá, me quiero ir a dormir. Me siento algo cansado. Buenas noches. Por cierto. ¿Qué pasó finalmente con Sabrina, la ahijada de Carmina?

Martha: (levantándose del sofá) La muchachita me platicó de su terrible situación económica. No sabes la pena que sentí por ella, así que al final decidí darle el trabajo que ocupaba Carmina. Espero que se sienta a gusto con nosotros.

Mateo: Qué bueno. Yo también sentí pena por ella cuando la vi. Eres una mujer muy buena mamá. Te quiero.

Mateo va a darle un beso en la mejilla a su madre y luego se va a dormir. Martha se queda sola y ríe de la manera más cínica. En el piso de arriba, Mateo se dirige a su cuarto, cuando de repente ve a Sabrina vestida con el uniforme de sirvienta. Los dos al verse se quedan viendo.



Sabrina (tímida): Buenas noches joven.

Mateo: Buenas noches. Me alegra que mi mamá se haya apiadado de ti y te haya dado el trabajo. Espero que te sientas a gusto. Ya sabes que puedes contar con nosotros en todo lo que necesites.

Sabrina: Gracias. Le agradezco su amabilidad.

Mateo le sonríe a Sabrina y entra a su cuarto. Ella se lleva una mano al pecho mientras sus ojos se nublan de lágrimas.

Sabrina: (sonriendo) Tengo un hermano mayor. ¡Cuánto quise desde niña tener un hermano con quien compartir! Pero me debo hacer la dolorosa idea de que él y yo nunca podremos tratarnos como tal. Me tengo que conformar con ser la simple sirvienta de la casa.

INT. / FLORERÍA BUENA VISTA / AL DÍA SIGUIENTE

Violeta acaba de contarle a Florencio sobre lo feliz que es por su noviazgo con Mateo.



Violeta: ¡Ay abuelito! Tú no te alcanzas a imaginar lo que siento en este momento. Nunca me imaginé que el amor pudiera llegar a ser tan bonito.

Florencio: Te veo muy ilusionada con ese joven mijita.

Violeta (feliz): ¿Cómo no estarlo si es un hombre excepcional? Lo amo muchísimo y no veo la hora de volver a verlo y pasar tiempo con él. ¡Lo amo!

Florencio: ¿Sabes mija? Ahora que me acuerdo, cuando te fuiste ayer con el joven Mateo, vino un señor preguntándome cosas sobre ti.

Violeta (extrañada): ¿Un señor? ¿Y qué te preguntó?

Florencio: Lo primero que me preguntó fue que…

FLASH BACK

AL DÍA ANTERIOR


Detective: Disculpe señor. ¿Aquí trabaja una joven? Me dijeron que sí, pero me gustaría confirmarlo con usted.

Florencio (extrañado): Sí, aquí trabaja una muchacha. Se llama Violeta, pero en este momento no está. Ya debe volver. ¿Por qué la necesita?

Detective: (mintiendo) Soy un viejo amigo de ella. La estoy buscando porque hace tiempos no sé nada de su vida.

Florencio: En ese caso, la puede esperar. Como le digo, no debe tardar en volver.

Detective: No, no puedo esperarla. No me alcanza el tiempo. Pero antes de irme, me gustaría saber qué ha sido de ella. ¿Cómo está viviendo? Me contaron que anda saliendo con un joven. ¿Se trata de su novio?

Florencio en medio de su ingenuidad responde a todas las preguntas del detective.

FIN DEL FLASH BACK

Violeta: ¡Qué raro! ¿Un amigo? ¿Será algún compañero del colegio?

Florencio: Eso me dijo. Pensé que regresaría hoy, pero por lo visto no. Por todo lo que me preguntó, realmente estaba interesado en saber de ti.

En ese momento llega Mateo en su auto. Violeta al verlo desde la puerta, sonríe feliz y sale para atenderlo. Mateo sale del vehículo. Los dos al verse, se besan. Florencio los observa en silencio con una sonrisa.



Mateo: Hola mi amor. No sabes las ganas que tenía de venir a verte. ¿Cómo estás?

Violeta: Hace unos momentos estaba bien, pero ya estoy mucho mejor al verte. ¿Y de dónde vienes? ¿Sabes? Siempre me ha dado curiosidad saber qué haces en el día si trabajas en la noche en el restaurante.

Mateo: No te había contado. También trabajo en el día.

Violeta: Ya sabía yo que para darte todos los lujos que tienes, no podías costearlos con el salario que ganas tocando el piano. En algo más tenías que trabajar. ¿Y en qué es?

Mateo: Eh… Soy el asistente personal de un alto ejecutivo (miente). Gano muy bien también en eso.

Violeta (emocionada): ¡Por eso te amo tanto Mateo! ¡Porque eres un hombre muy trabajador y responsable! Nunca me imaginé que amar a alguien fuera algo tan hermoso…

Mateo: Yo tampoco. (Acariciándole la mejilla a Violeta) Yo tampoco me imaginé que se pudiera llegar a amar tanto a una mujer tan bella como tú. Eres la mujer más bonita que he conocido… Todo de ti me encanta, me fascina.

Violeta (sonrojada): Gracias por esas palabras mi amor. Nunca antes me las habían dicho. ¿Y cuándo podré conocer a tu familia? Ya pudiste conocer la mía.

Mateo (incómodo): En lo más pronto posible. Son algo distantes, así que sería difícil que cuadráramos alguna cita o cena para que pudieran conocerte ellos a ti y tú a ellos. Cambiando de tema, quiero hacerte una invitación a ti y a tu familia mi amor.

Violeta: ¿Una invitación?

Mateo: Sí, al restaurante. Me gustaría que me vieran tocar, que disfrutaran de una de mis presentaciones para que vean lo que tanto me apasiona.

Violeta: Me encantaría ir. Les diré ahora cuando vaya ahora más tarde para almorzar. Estoy segura de que también aceptarán encantadas, porque les caíste muy bien.

En ese momento, Violeta recuerda cuando Soledad le llamó la atención y le dijo que Mateo no es el hombre adecuado para ella. La pareja sigue sonriéndose entre sí.

INT. / SUPERMERCADO / DÍA

Andrea y Mariana han ido al supermercado para comprar verduras, frutas y otros alimentos. Mariana ha ido a la sección de frutas, mientras que Andrea a la de verduras. La vanidosa joven toma con asco las zanahorias.



Andrea: ¡Qué bochornoso! Comprando comida en un supermercado de quinta categoría como este. Ni sé por qué vine a acompañar a la tonta de Mariana.

En ese, Andrea choca levemente con Beto. Los dos se sonríen al verse, aunque Andrea lo hace con falsedad.



Andrea: ¡Beto! ¡Qué bueno verte! ¿Qué haces por aquí?

Beto: Vine a comprar un par de cosas para el almuerzo. Me alegra también verte. Por lo visto tú haces lo mismo.

Andrea: Sí, me encanta ayudar en mi casa. Vine con mi hermana Marianita, además también vine para distraerme. Aún sigo muy afectada por lo de mi trabajo. No sé qué voy a hacer. Necesito conseguir uno urgente.

Beto: Lo siento mucho Andrea. Pero no olvides que no estás sola en esto. Yo puedo ayudarte. Puedo conseguirte un puesto en el hospital donde estoy trabajando, como enfermera o como asistente.

Andrea: Gracias Beto. Tú has sido quien más ha apoyado en esta situación tan difícil para mí. (Quebranta la voz) Las cosas están muy duras en mi casa. Hay que pagar demasiadas facturas y lo que ganan mi papá y Violeta no es suficiente.

Beto (triste): No vayas a llorar Andrea. No me gusta verte así. Espera…

Beto saca del bolsillo de su jean la billetera. De la billetera, saca varios billetes y se los entrega a Andrea. Andrea sonríe feliz al ver como logra manipular a Beto para que le dé dinero, por lo que recibe los billetes. De lejos, Mariana observa la escena muy indignada.

Andrea: ¡Mil gracias Beto! Con esto que me acabas de dar, podré pagar la factura de la luz. Gracias. Tengo que seguir comprando las cosas. Nos vemos luego.

Andrea le da un coqueto beso en la mejilla a Beto, lo cual lo deja a él frío. Andrea se va y segundos después, Mariana se dirige a Beto.



Beto (sorprendido): ¡Mariana! ¡Qué sorpresa! Andrea me dijo…

Mariana: (interrumpiéndolo) ¿Me puedes explicar por qué le estás dando dinero a Andrea sin más ni más?

Beto: No entiendo por qué me haces ese reclamo. ¿Te molesta que los ayude en la situación en la que están tú y tu familia?

Mariana: ¡Beto, por Dios! ¡Abre los ojos! No quería decirte esto, pero ya no puedo seguir quedándome callada como si nada. Andrea sólo te está viendo la cara de imbécil.

Beto (molesto): ¿Cómo puedes decir algo así de tu hermana? Ella está muy preocupada y desesperada por todas las deudas que tienen que pagar. Yo con mucho gusto le doy dinero para que pueda colaborar en algo aunque no sea mucho.

Mariana: Mira Beto. Andrea es una sinvergüenza de lo peor. Ella es una egoísta. ¿Preocuparse por las deudas de la casa? (sarcástica). Desde que Andrea trabaja, sólo gasta su salario para sus propios gustos y caprichos. Ella nunca ha colaborado en nada. Los únicos que trabajan en casa son Violeta y mi papá.

Beto: Lo oigo y no lo puedo creer (ríe irónico). Ya veo que estás muy mal Mariana. Por lo visto odias mucho a tu propia hermana. Le debes tener envidia para que me hables así de ella.

Mariana: ¿Envidia? ¡Beto, escúchame!

Beto: Ya no quiero seguir escuchándote. Te creí diferente Mariana. Me has decepcionado. Hasta luego…

Beto se retira de la presencia de Mariana con una mirada fulminante, dejándola a ella sintiéndose mal.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / HORAS DESPUÉS

Violeta llega a su casa para la hora del almuerzo muy contenta después de haber visto a Mateo. Se encuentra con Soledad y Mariana poniendo la mesa.



Marina: ¡Qué bueno que llegas Violeta! Llegas en el preciso momento. La tía Soledad y yo ya vamos a servir la comida.

Violeta: Qué bueno Marianita, porque vengo con un hambre impresionante.

Mariana se devuelve a la cocina, por lo que Violeta se queda a solas con Soledad. La primera ocupa su lugar en el comedor.

Soledad (tímida): ¿Todavía estás enojada conmigo Violeta?

Violeta (seria): ¿Cómo crees que podría estar después de las barbaridades que me dijiste anoche? Yo amo a Mateo y no puedo consentir que digan algo malo de él cuando conozco la clase de persona que es.

Soledad: Perdóname hija. No quise que tomaras mis palabras de esa manera. Yo en ningún momento he hablado mal de tu novio. Sólo te dije que no es el hombre adecuado para ti.

Violeta: Está bien (suspira). Y según tú, ¿por qué Mateo no es el hombre adecuado para mí? ¿Qué viste en él para que digas eso?

Soledad: Hay cosas en la vida que muchas veces no se pueden responder y esta es una de ellas. Entiéndelo. Mateo San Román va a hacerte sufrir mucho si sigues con él. No pueden estar juntos.

Violeta (molesta): ¡Suficiente! ¡Ya no quiero seguir oyendo! ¡Ya basta tía! Me dices cosas que no tienen sentido alguno. No me das un por qué a lo que dices. Empezaré a pensar que estás mal de la cabeza, por Dios.

Soledad (muy triste): No me digas eso mi niña. No te alcanzas a imaginar lo mucho que me duele que me hables así (se le saltan las lágrimas). Yo sólo quiero tu bien, porque te quiero más que a mi vida. No quiero que sufras relacionándote con Mateo San Román.

Violeta: No entiendo tu actitud. No te entiendo realmente. ¿Te das cuenta de lo que me estás diciendo? ¿Cómo puedes quererme tanto si no me conocías? (Exasperada). ¿Sabes qué tía? Ya no quiero seguir hablando del tema porque a este paso se me va a quitar el apetito.

Soledad: Sólo te ruego que no me tomes recelo, ni que te vayas a enojar conmigo por esto. Algún día, con el favor de Dios, podrás saber a qué se debe mi actitud.

Soledad se retira del comedor muy triste. Violeta se queda perturbada, pero no puede evitar sentir lástima por su tía. Minutos después, toda la familia López está en el comedor almorzando.



Clemencia: (a Violeta) ¿Te has encontrado hoy con tu novio hija?

Violeta (feliz): Sí mamá. Hoy fue a verme a la florería. Aprovecho para decirles que nos ha invitado a todos sin excepción al restaurante donde trabaja cada noche tocando el piano. ¿Le gustaría ir?

Ulises: ¿No habría que pagar nada?

Violeta: No papá. Las reservaciones y todas esas cosas las va a costear Mateo. Él quiere compartir más momentos con ustedes que son mi familia, para que lo conozcan bien. ¿Qué me dicen entonces?

Clemencia: (tosiendo) Todos iremos Violeta. Aceptamos la invitación de tu novio. Queramos o no ir, es bueno asistir para no quedar como unos maleducamos con el joven.

Andrea (fastidiada): Pues a mí si me van a perdonar, pero no me interesa aparecerme por allá. Mínimo es un restaurante de quinta, o peor, un bar de mala muerte.

Mariana: (a Andrea) ¿Por qué siempre tienes que empezar con tus malos comentarios amargándonos el almuerzo?

Soledad: Muchachas, no discutan por favor.

Ulises: Todos los días la misma situación. Parece que ni Andrea ni Mariana pueden llevarse bien siendo hermanas. ¿Qué les pasa a las dos? ¡Tú Andrea, quieras o no irás con nosotros al dichoso restaurante ese!

Andrea: ¡Pero papá! ¿Cómo te atreves a tomar decisiones por encima de mí?

Violeta: Si Andrea no quiere ir, pues entonces que no vaya. Ya encontraré la manera de disculparla con Mateo.

Andrea (impaciente): ¡Está bien, voy a ir! Pero no les aseguro que me quede. Si me aburro, me voy.

Clemencia: Por favor ya no discutamos más y terminemos el almuerzo en paz.

La familia continúa comiendo en silencio.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, COMEDOR / DÍA

Martha y Alfredo también están almorzando en silencio. Mateo no está presente, ya que siempre se queda en la corporativa trabajando. Sabrina le sirve el café a Martha, pero accidentalmente deja caer un pocillo que se rompe al contacto con el piso.



Sabrina (apenada): ¡Mil disculpas! No era mi intención romperlo. Lo siento mucho. Si creen que deban descontármelo de mi sueldo, lo entenderé.

Alfredo: La verdad es que esa taza hacía parte de una vajilla bastante cara.

Martha: (fingiendo) No te preocupes Alfredo y tú tampoco te preocupes muchacha. Fue un accidente. No le descontaremos nada al sueldo de Sabrina para pagar la taza. Eso lo repondré yo.

Sabrina (extrañada): Gracias por la comprensión señora Martha. Con permiso.

Sabrina se retira del comedor, pero se queda escuchando tras una pared.

Alfredo: Me sorprende esa actitud que tienes con Sabrina. Tú nunca consientes este tipo de accidente con ningún empleado.

Martha: Quiero que Sabrina pueda tomarnos poco a poco cariño, que vea en nosotros a su nueva familia ahora que quedó tan desamparada en el mundo con la muerte de Carmina.

Alfredo: ¿Te gustaría protegerla, darle estudios?

Martha: Tampoco para llegar a ese punto. Ella está perfecta en su lugar como empleada doméstica.

Sabrina (pensando: Qué mujer más hipócrita. Será mi madre, pero es mala. ¿Cómo puede tener una mente tan depravada?).

Martha: Cambiando de tema, ya confirmé que Mateo anda con una cualquiera, una mujer de barrio bajo.

Alfredo: ¿Y cómo sabes eso?

Sabrina (pensando: Están hablando de mi hermano).

Martha: Anoche hablé con el detective. Me dijo donde trabaja esa mujer, pero lo más grave de todo, es que Mateo se hizo pasar por pobre para poder conquistarla. ¿Te das cuenta Alfredo?

Alfredo: ¿Será la misma mujer de la que Mateo me habló hace unas semanas? Me dijo que había conocido a una muchacha la noche en que vinieron a cenar tus amigas. Ahora que me acuerdo, me dijo que es una florista.

Martha: Entonces sí se trata de la misma mujer. El detective me dijo que trabaja en una florería llamada Buena Vista. No sé como mi hijo pudo caer tan bajo para haberse involucrado con una pobretona que no vale nada. Menos mal ya planeé algo antes de que las cosas pasen a mayores.

Alfredo: ¿Y qué tienes ahora en mente Martha?

Martha: Vamos a seguir a Mateo tú y yo cuando salga esta tarde de la empresa. Seguramente irá directo al restaurante de Gerardo. Allá debe encontrarse con la mujer esa. Si es así, nos presentaremos como su prestigiosa familia, por lo que esa peores nada sabrá que su novio no es el muchacho pobre que ella pensó, sino el hijo de una buena familia con el cual no podrá involucrarse.

Alfredo: ¿De esa manera los piensas separar?

Martha: Exactamente. Sólo espero que esa mujer en vez de alejarse de Mateo al saber que es rico, lo siga buscando, lo cual es seguro, ya que todas esa mujercitas pobres no son más que unas trepadoras que embaucan a los hombres ricos.

Alfredo: Pues si se enamoró de Mateo creyendo que es pobre, no creo que sea ambiciosa, pues lo habría rechazado. No todas las mujeres humildes son como dices Martha.

Martha: (mirándolo seria) Ignoraré eso último que dijiste, porque ahora no quiero entrar en discusión contigo. Lo cierto es que esta noche vamos a tener espectáculo (ríe).

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / HORAS DESPUÉS

Soledad aprovecha que Andrea está viendo televisión y que Mariana hace su tarea en el cuarto, para hablar con Ulises y Clemencia. Los tres se reúnen en la habitación de los dos últimos.



Ulises: ¿Qué es eso tan importante que querías hablar con nosotros Soledad? Imagino que es sobre Violeta.

Soledad: Así es Ulises. Estoy muy preocupada por ella. Su novio, ese joven Mateo, no le conviene. Ellos no pueden estar juntos.

Clemencia: ¿Por qué dices eso Soledad? A mí me pareció un buen muchacho el día que vino a cenar aquí (tose).

Soledad: No te fíes por una primera impresión Clemencia. Mateo San Román es el hijo del difunto Fernando San Román. ¿No se dan cuenta? Él fue el cuñado de Alfredo, el verdadero padre de Violeta. ¡Mateo y Violeta son primos!

Ulises y Clemencia quedan impactados ante lo que dice Soledad.

INT. / CAFETERÍA / DÍA

Alfredo está una cafetería cercana a la corporativa San Román acompañado de un hombre que tiene más o menos su misma edad. El hombre es un detective, diferente al contratado por Martha.



Detective: La verdad es que es algo difícil averiguar por el paradero de esa mujer señor del Castillo. La información que usted me da sobre ella no es suficiente.

Alfredo: Lo entiendo, pero necesito encontrar a Soledad Miranda urgente. Debo hablar con ella. Tal vez usted podría hablar con algunas reclusas de la cárcel que fueron sus amigas o compañeras. A lo mejor a ellas pudo haberles dicho para donde iría.

Detective: Haré lo posible señor del Castillo, pero no le aseguro nada. Estaré llamándolo si llego a saber algo importante de Soledad Miranda.

Alfredo y el detective se levantan al mismo tiempo y estrechan las manos como manera de despedirse. El detective sale del restaurante y Alfredo se queda frustrado.

Alfredo (pensando: Dios mío, por favor perdóname por todos los años de cobardía en que dejé sola a Soledad, perdóname por favor. Ayúdame a encontrarla para compensar esos años de dolor que debió pasar encerrada injustamente, por favor).

De la angustia, Alfredo se pasa las manos por el rostro.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / DÍA

En el cuarto de Clemencia y Ulises, éstos están impactados frente a lo que dice Soledad.



Ulises: ¿Cómo puedes asegurar algo así Soledad? El hecho de que tengan el mismo apellido, puede ser simple casualidad.

Clemencia: Cuando lo vi por primera vez y escuché su nombre, yo lo sospeché, pero luego de que Violeta nos contó que es muchacho que también viene de un hogar humilde, ya no me hice esa idea.

Soledad: Pues Mateo San Román le mintió a Violeta. Seguramente le dijo que también era pobre para poder conquistarla y mi Violeta tan ingenua le creyó. Además, es idéntico a Fernando. Yo nunca podría olvidarme del rostro de ese desgraciado que intentó abusar de mí.

Ulises: ¿Y qué podemos hacer ahora que sabemos eso?

Soledad: Ya intenté convencer a Violeta de que se aleje de Mateo, pero no me hace caso y se enoja. Me pregunta por qué, pero por obvias razones no le puedo responder. Ellos no pueden estar juntos, no sólo por ser de clases sociales diferentes, sino porque son parientes.

Clemencia: Tal vez lo mejor que podemos hacer Ulises y yo es convencerla de lo mismo. Soledad tiene… (Tose) Tiene toda la razón.

Los tres se miran entre sí.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN / DÍA

Martha se está arreglando en su cuarto, mientras se mira al espejo. La malvada mujer se ha puesto bien elegante para presentarse en Miami’s Gourmet, el restaurante donde trabaja Mateo. En eso, suena el teléfono. Martha no lo contesta, esperando a que Sabrina lo haga desde otro teléfono de la casa. Efectivamente, Sabrina contesta la llamada desde el teléfono inalámbrico de la sala.



Sabrina: Familia San Román. ¿Quién habla?

Mateo: Hola Sabrina.

Sabrina (feliz): Hermano…

Mateo (extrañado): ¿Hermano? ¿Realmente es mi casa o marqué un número equivocado?

Sabrina: No, para nada joven. Disculpe. No sé en que estaba pensando al decir eso. ¿Qué se le ofrece?

Mateo: Sabrina, no puedo hablar mucho. Llamo para que le digas a mi mamá que hoy tardaré más en llegar a la mansión porque tengo unos asuntos que atender.

Sabrina: Yo se lo comunicaré, no se preocupe. Pero antes de que cuelgue, necesito decirle algo importante. Tenga cuidado.

Mateo: ¿Por qué me dices eso?

Sabrina: Sólo le digo eso. Tenga mucho cuidado esta noche, porque le pueden dar una sorpresa desagradable que lo puede perjudicar a usted. Si tiene planes esta noche, pospóngalos porque se le pueden dañar.

Mateo: La verdad no entiendo nada de lo que me dices…

De repente, la comunicación se va cortando, ya que Mateo habla desde su celular mientras va en el auto cruzando un túnel.

Sabrina: ¿Aló? ¿Joven Mateo? ¿Sigue ahí?

Sabrina cuelga el teléfono algo preocupada y justo cuando da la vuelta, se encuentra con la aterradora mirada de Martha, que al parecer hace rato está escuchándola.



Sabrina: ¡Señora! ¡Qué susto me dio! Era el joven Mateo. Dijo que…

Pero Martha no la deja terminar y le lanza una sonora cachetada a Sabrina.

Martha (furiosa): ¡Eres una imbécil! ¿Cómo te atreves a poner a mi hijo en mi contra? ¿Crees que no escuché como lo advertías? ¡Maldita idiota! (vuelve a cachetearla).

Sabrina: (llorando) Perdóneme señora. Yo sólo…

Martha: ¡Cállate! ¡No quiero que me des excusas! Tú en esta casa no vales nada. ¡Eres una miserable bastarda! Que sea la última vez que sucede esto, porque a la próxima no tendré piedad contigo.

Sabrina: No volverá a suceder. Se lo aseguro.

Martha: Dímelo arrodillada ante mí. Arrodíllate, pídeme perdón y asegúrame que no volverá a suceder. ¡Hazlo! (Gritando).

Sabrina en medio de lágrimas, se va arrodillando lentamente, mientras Martha sonríe de satisfacción al ver semejante humillación. La muchacha dobla sus rodillas y baja la cabeza.

Sabrina: (llorando desconsolada) Perdóneme señora Martha. No volverá a suceder. No me voy a volver a meter en los asuntos de su familia. Perdóneme.

Martha: (riéndose) ¡Qué patética te ves! Pero así me gusta Sabrina. Cada vez irás conociéndome mejor.

Martha se retira de la sala. Sabrina se queda sola, aún arrodillada en el piso, llorando. Se siente destrozada.

INT. / RESTAURANTE MIAMI’S GOURMET / NOCHE

Llega la noche. La humilde familia López se viste de la mejor manera para asistir al lujoso restaurante. Todos han ido sin excepción: Violeta, Mariana, Andrea, Soledad, Clemencia y Ulises. De todos, la que más destaca es Andrea ya que lleva puesta una prenda de vestir de buena calidad y aunque Violeta viste más sencilla, su belleza resplandece. Todos sonríen. Mateo los recibe en compañía de Gerardo:



Gerardo: (a la familia) Buenas noches. Les doy la bienvenida a todos en mi restaurante. Yo soy Gerardo. Espero que puedan sentirse a gusto con el ambiente, con la música y sobretodo con la comida.

Todos: (al unísono) Gracias.

Mateo: Bueno, por favor, tomen asiento. Pónganse cómodos, ordenen lo que quieran. Todo corre de mi cuenta.

Violeta: Gracias por tu amabilidad mi amor.

Violeta y Mateo se besan. Todos sonríen, aunque no lo hacen con sinceridad por el secreto que conocen Clemencia, Ulises y Soledad. Andrea sonríe por mera hipocresía, mientras que Mariana es la única sincera. Luego, van a ocupar una mesa preparada para ellos. Mateo se retira y sube al escenario para empezar su presentación musical en el piano. Unos meseros se acercan a los López y ellos ordenan lo que más les gusta del menú.

Andrea: Debo aceptar que el restaurante no está para nada mal. Yo la verdad no creo que mi cuñadito sea tan humilde y pobre como cuenta.

Mariana: Pues sí lo es. ¿No has oído lo que nos ha contado Violeta? Él ha logrado salir adelante dignamente.

Ulises: Por favor hagan silencio. Ya en esto comienza la presentación de Mateo.

Violeta está atenta a Mateo, quien en el escenario comienza a tocar una dulce y suave melodía que deja a todos fascinados. Los minutos avanzan y Mateo termina de tocar. Acto seguido recibe unos merecidos aplausos por parte de todos los clientes, especialmente de Violeta que sonríe emocionada. Él desde el escenario le tira un beso. En eso, Martha y Alfredo llegan al restaurante. Mateo no los ve y se dirige a la mesa que ocupa la familia de su novia.

Mateo: ¿Les gustó la presentación?

Violeta: ¡A mí me encantó mi amor! ¡Eres sensacional!

Clemencia: (sonriendo) Tocas muy bien muchacho. No me imaginé que pudieras tener tanto talento.

Mariana: Eso sí que es verdad. Eres el novio perfecto para mi hermanita Violeta.

Martha llega en ese momento a la mesa con Alfredo sonriendo con malicia.



Martha: Buenas noches.

Mateo: (volteando a ver) ¿Mamá? ¿Tío? ¿Qué hacen aquí?

Martha: Vinimos a verte hijo. Decidimos venir a cenar aquí por esta noche.

Toda la familia López están sorprendidos pues notan que Martha y Alfredo son personas de la alta sociedad. Violeta está más desconcertada que todos.

Mateo (nervioso): Lo mejor es que se vayan. Pueden venir mañana. Yo les avisaré.

Violeta: (levantándose) ¿Quiénes son ellos Mateo? ¿Por qué los llamaste mamá y tío? ¿Son tus familiares?

Martha: (a Violeta) Así es muchachita. Yo soy Martha del Castillo Vda. De San Román, la prestigiosa familia San Román dueños de la Corporativa más importante de Miami. Mateo es mi hijo.

Violeta (consternada): ¿Qué?

CONTINUARÁ…


Escrito por Aleja Soto

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