domingo, 27 de abril de 2014

Capítulo 11: Pronto regreso

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Sabrina junto a Soledad están dándole aire a la desmayada Clemencia que está acostada sobre un sofá. En eso, entran a la sala Andrea y Mariana. La primera se sorprende al ver a su madre inconsciente.



Andrea: ¿Qué le pasó a mamá?

Soledad: Es una larga historia. Ya te la explicaré Andrea, por lo pronto debemos llevar a Clemencia a un hospital. Está muy pálida.

Mariana: (a Andrea) Justo eso fui a decirte, pero saliste corriendo. ¿Qué hacías parada en la entrada de ese cuarto?

Martha llega a la sala, enfureciéndose en gran manera al reencontrarse con Soledad después de tanto tiempo.



Martha: ¡Cuánto tiempo Soledad Miranda! Después de veinticuatro años nos vemos nuevamente, claro que ya nos habíamos visto en el restaurante aquella noche en que me presenté como la distinguida madre de Mateo.

Andrea: (susurrándole a Mariana) ¿Ellas se conocen?

Mariana: Sí. Al parecer la tía Soledad mató hace años al marido de la señora Martha y todo este tiempo no supimos de ella, no porque estuviera en el extranjero, sino porque estaba en la cárcel.

Andrea no puede evitar abrir la boca de sorpresa ante tales sucesos. Relacione lo que acaba de decirle Mariana, con lo que le escuchó hablar a Martha hace unos minutos.

Soledad: ¡Eres una hipócrita Martha del Castillo! ¿Cómo fuiste capaz de echar a mi hija a la calle y poner a Mateo en su contra? ¡Violeta no tiene la culpa de nada del pasado! ¡Ella ha sido una víctima!

Martha: Y tú sigues siendo la misma perra arribista de hace años. La única víctima aquí es mi hijo, que se casó con esa peores nada de Violeta sin saber que es la hija de la mujer que mató a su padre ¡Tú! La asesina de Fernando. Yo sólo la desenmascaré a ella y a ti.

Soledad (furiosa): ¡Con mi hija no te metas Martha! ¡No te lo permito! Suficiente daño le has hecho. Por tu culpa está desaparecida, sin rumbo fijo. Solo Dios sabe dónde podrá estar.

Martha: ¿De qué te quejas? Esa oportunista, zorra está en su lugar: ¡En la calle como la miserable prostituta que es! Menos mal libré a Mateo de ella antes de que lo matara como tú lo hiciste con mi marido.

Soledad: ¡Maldita cínica!

Soledad no se espera más y le propina una sonora cachetada a Martha, acto que deja sorprendidas a todas las presentes. Martha se vuelve el rostro adolorida y con la misma intensidad, le devuelve la cachetada a Soledad. Martha se lanza sobre ella y la toma del cabello, zarandeándola a su antojo.

Sabrina: ¡Ay por Dios! Tenemos que separarlas.

Mariana (desesperada): Pero nosotras no podemos. Tenemos que llamar a alguien más.

En ese momento, Alfredo llega del trabajo y al encontrarse con la escena, corre a separar a Martha de Soledad. La primera está histérica.



Martha: ¡Déjame Alfredo! ¡Voy a acabar con esa desgraciada! ¡La quiero matar!

Soledad: (adolorida por los jalones de cabello) ¡Me las debías Martha! Vas a pagar por todo lo que has hecho. ¡Te lo aseguro! ¡Te lo juro!

Alfredo se sigue llevando a Martha. Soledad rompe a llorar. Mariana va a consolarla. Andrea aprovecha y se va sin decir nada, sin importarle que su madre esté inconsciente.

Soledad: ¡Ay Mariana! Todo lo que está pasando es mi culpa. Pobre de mi Violeta, pagando culpas que no son suyas. ¿En dónde estará? ¿Por qué no se ha contactado con nosotros? ¿Qué le habrá pasado, Dios mío?

Mariana: Esperemos que todo salga bien tía. Ya encontraremos a Violeta, pero tú me tienes que dar muchas explicaciones. ¿De verdad mataste al marido de esa mujer?

Soledad: Ya te explicaré todo lo que quieras, por lo pronto debemos llevar a Clemencia en cuanto antes a un hospital.

Sabrina sigue dándole aire a Clemencia, pero es inútil, Clemencia no despierta.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, CUARTO DE MARTHA / DÍA

Alfredo suelta a Martha, quien todavía sigue furiosa por el enfrentamiento con Soledad.



Martha: (respirando agitada) ¡La odio! ¡Odio a morir a Soledad Miranda! Quisiera matarla con mis propias manos, pero ya le di su buen merecido a la desgraciada esa. Su querida hijita está desaparecida, seguramente muerta. Me libré por fin de ella y de paso libré a Mateo (Se ríe con maldad).

Alfredo (molesto): ¡Suficiente Martha! No te permito que te expreses así de mi hija. Si algo le llega a pasar, será tu culpa.

Alfredo se retira muy molesto de la habitación. Martha se sienta en una silla, con la mirada tornada a la de una psicópata. Suena el tema "Oscuridad de Martha".




Martha: Me lo vas a agradecer Alfredo, hermanito. Ya me deshice de Violeta. Me falta Soledad, la principal.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Alfredo vuelve a la sala. Allí todavía aguardan Soledad, Mariana, Sabrina y Clemencia inconsciente.



Alfredo: Tenemos que llevar a Clemencia a un hospital. Yo la llevaré. Vengan conmigo (Les dice a Soledad y Mariana).

Alfredo carga entre sus brazos a Clemencia y sale con ella de la mansión. Detrás de él van Soledad y Mariana. Sabrina se queda preocupada.

Sabrina: (mirando arriba) Por favor Dios mío. En donde quiera que esté la señora Violeta, no permitas que le pase nada malo.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / DÍA

Ulises está viendo televisión. En eso tocan la puerta. Él se levanta a abrir. Es Andrea, quien pasa de largo.



Ulises: ¡Andrea! ¿Por qué llegas sola? ¿Dónde están Clemencia, Mariana y Soledad? ¿Pudieron ver a Violeta?

Andrea: No me preguntes nada papá. Ahora no estoy de humor.

Andrea se encierra en su cuarto, dejando a su padre extrañado. En su cuarto, Andrea se sienta en la cama.

Andrea: ¡Este es mi golpe de suerte! Por lo que oí hablando a la vieja loca esa, es una completa fichita. Y ahora que Violeta está desaparecida, tengo el camino libre con el papacito ricachón de Mateo. Con todo lo que sé de Martha del Castillo, puedo chantajearla para que no se oponga, pero tengo que esperar unos días. Tengo que ir con cautela.

Andrea sonríe con ambición.

INT. / HOSPITAL CENTRAL, SALA DE ESPERA / HORAS DESPUÉS

Soledad y Mariana esperan noticias del estado de salud de Clemencia; están sentadas, a diferencia de Alfredo que está de pie, caminando de un lado para otro. En eso, viene el doctor encargado de Clemencia. Todos se acercan a él.



Doctor: ¿Familiares de la señora Clemencia Miranda?

Soledad: Somos nosotras doctor. Yo soy su hermana.

Mariana: Y yo su hija. ¿Cómo está mi mamá, doctor?

Doctor: Lamentablemente no les tengo buenas noticias. La señora Clemencia tuvo una severa recaída de su enfermedad pulmonar. Está realmente delicada. Es incapaz de respirar por sí misma, así que está conectada a un tanque de oxígeno, por lo que debemos dejarla en observación.

Mariana rompe a llorar.

Soledad: (con la voz quebrantada) Gracias doctor. Estaremos pendientes de mi hermana.

El doctor se retira. Soledad consuela a su sobrina. Alfredo las ve con lástima.

Mariana: Mi mamá, tía. Mi mamá está muy enferma, justo cuando pensábamos que estaba recuperándose de esa enfermedad, vuelve a recaer.

Soledad: Tenemos que ser fuertes Marianita. Muchas son las cosas malas que estamos pasando, pero confiando en Dios, todo saldrá bien. Confiemos en que Él no nos desamparará.

Alfredo: Soledad, ¿podríamos hablar?

Soledad: Yo no tengo nada que hablar contigo Alfredo, o sí. Creo que tienes razón, necesitamos hablar para decirte lo mucho que te desprecio. Todo lo malo que le está pasando a mi familia es tu culpa. La gran mayoría de culpa la tienes tú.

Alfredo (dolido): Por favor Soledad...

Soledad: ¿Te duele saber la verdad? Por tu cobardía de hace años es que ahora Violeta está pagando nuestros errores. Mi hija debe andar perdida por las calles, sin rumbo fijo. Fue víctima del odio sin sentido que tu hermana me tiene.

Alfredo: Yo haré lo posible para encontrar a Violeta, te lo prometo. Quiero enmendar mis errores. Me encargaré de Clemencia, de pagar los gastos que sean necesarios.

Soledad (furiosa): ¡No me interesa tu dinero! ¿Intentas comprar mi perdón? Pues que te quede algo claro. Ni con todo el oro mundo podría perdonarte por todo el daño y los años de dolor que he vivido. Mejor lárgate Alfredo, no te quiero ver. ¡Te detesto, te odio! (Llorando). Vámonos Mariana.

Soledad y Mariana se van de allí. Alfredo rompe a llorar. Intenta contenerse, pero no es capaz. Le duelen intensamente las palabras de Soledad y la culpa.

VARIAS SEMANAS DESPUÉS
NUEVA YORK


Violeta está en medio de una importante sesión de fotos. Suena el tema de “On The Radio” de Donna Summer. 




La muchacha lleva su cabello castaño claro suelto, sobre su rostro está estampado un sutil maquillaje con el cual desborda una indudable belleza. Lleva puesto un sensual vestido rojo oscuro, que resalta muy bien sus atributos femeninos. Los camarógrafos capturan sus mejores poses. En el fondo Mario la observa, sonriéndole.



El triunfo de Violeta como modelo no se hace esperar. Asiste a importantes pasarelas, luciendo costosos vestidos con alta calidad textil. Es agasajada con las joyas más costosas.



Su imagen aparece en pantallas públicas del Time Square de Nueva York, además de salir en portadas de revistas. En sólo unas semanas, Violeta conocida como María Teresa Ferrer se convierte en una de las modelos más aclamadas de Estados Unidos. El tema musical termina.

INT. / HOTEL, SUITE DE VIOLETA / NOCHE

Violeta está observando el panorama de Nueva York de noche. En eso, viene a su mente a modo de flash back los llantos de una niña y los gritos de un hombre que dice odiarla. Violeta se altera y se lleva las manos a la cabeza.



Violeta: Si tan sólo mis recuerdos se pudieran esclarecer mejor. López Miranda, esos son mis apellidos.

En eso tocan la puerta de la suite en la que Violeta ha estado alojándose. Ella va a abrir. Es Mario quien trae una botella de champagne.



Violeta: (sonriendo) Mario. Pasa.

Mario entra. Violeta cierra la puerta.

Mario: Espero que no estés muy cansada. Con todo el trabajo que hemos tenido este último mes, casi no nos ha quedado tiempo de nada más, así que aproveché que hoy estábamos libres para celebrar tu éxito.

Violeta: Pues la verdad es que sí hemos tenido mucho trabajo. Yo por mi parte estoy agotadísima (ríe). Pero es justo que celebremos. Voy por destapador y unas copas.

Tal y como lo dijo, Violeta va al mini bar por un destapador y dos copas. Luego vuelve, le entrega el destapador a Mario y éste a su vez, destapa la botella de vino y sirve en las dos copas. Él coge una.

Mario: Brindemos por tu indudable triunfo como María Teresa Ferrer.

Violeta: Salud (Choca su copa con la de Mario).

Mario: Salud.

Ambos beben de sus respectivas copas mientras sonríen.

Violeta: Pero recuerda que el éxito no solo es mío. Te lo debo a ti que siempre estuviste apoyándome y me has representado muy bien. Gracias Mario.

Mario: Yo prometí hacer de ti una modelo distinguida y lo logramos. Te has convertido en un verdadero ejemplo a seguir y en una tendencia por Internet. También te quería avisar que para dentro de dos días regresaremos a Miami.

Violeta (feliz): ¿En serio? ¡Qué buena noticia! Estoy ansiosa por volver, más que todo porque sé que allá está mi familia y mi hija. Espero poder encontrarlos y que ellos me ayuden a recordar todo más claramente.

Mario: Ya tendrás la oportunidad (Le sonríe).

MIAMI
INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, CUARTO DE MATEO / AL DÍA SIGUIENTE


Mateo está en su cuarto, acostado en su cama. Toda la habitación está oscura, pues ni siquiera ha abierto las cortinas de las ventanas y no ha permitido que nadie entre. También ha descuidado su aspecto, se ve con una barba crecida, despelucado y con los ojos hinchados, como si hubiera llorado durante un largo tiempo.



INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Andrea está sentada en un sofá, cruzando las piernas. En eso aparece Martha, mirando a Andrea con desprecio. Andrea al verla, se levanta.



Martha: Me dijo Sabrina que tienes algo importante que hablar conmigo sobre mi hijo, así que sé breve y lárgate de mi casa.

Andrea: Yo siendo usted, aprendería a tratar mejor a las personas abuelita (Burlándose). Pero tiene usted razón, iré al grano, a donde me conviene. Pienso casarse con su hijo.

Martha (desconcertada): ¿De qué estás hablando cabaretera de mal gusto? ¿Qué es eso de que te casarás con mi hijo?

Andrea: Pues lo que oye. Hace varios meses que le eché el ojo a Mateo. Está como quiere el condenado y lo que más me atrae de él es su dinero. Eso sin duda lo hace más interesante, ¿no lo cree?

Martha: ¿Cómo eres tan descarada de decirme eso en mi cara? ¡Lárgate de aquí! No te pienso seguir escuchando. Pierdes tu tiempo si crees que ocuparás el lugar que te dejó libre la estúpida de tu prima. Si mi hijo vuelve a casarse, no será con otra mujerzuela.

Andrea (molesta): ¡Escúcheme vieja zorra! Me voy a quitar la máscara de una buena vez con usted. Yo sé muchos de sus secretos, secretos que no le convienen, como por ejemplo, sé que Sabrina es su hija y Alfredo no es su verdadero hermano.

Martha se queda impactada al verse descubierta.

EXT. / BARRIO / DÍA

En el barrio donde vive la familia López, Mariana camina en compañía de Beto. Ella está repartiendo volantes a diferentes personas con la foto de Violeta para lograr localizarla.



Mariana: Ya va más de un mes que Violeta está desaparecida Beto. Mi tía Soledad está destrozada, al igual que mi papá. Ya estamos perdiendo las esperanzas de encontrarla (solloza).

Beto: Lo siento mucho Mariana. No llegué a tratar mucho con Violeta, pero sé que era una muchacha buena, responsable. Qué pena. ¿Y cómo sigue tu mamá?

Mariana: Igual. Todavía no es capaz de respirar por sí misma. Está conectada a un tanque de oxígeno. Me parte el alma cuando la voy a visitar al hospital y la veo así. Me siento muy mal Beto (Para de caminar al mismo tiempo que Beto).

Beto: Si puedo ayudar en algo, sabes que puedes decirme con toda confianza

Mariana: Gracias, pero por el momento no necesitamos tu ayuda. Tal vez si Violeta apareciera, mi mamá se pondría mejor y las cosas se solucionarían, pero ya ves que no. Hemos estado repartiendo volantes desde hace semanas y aún no damos con el paradero de Violeta.

En eso, Mariana le entrega un volante a una señora. Ésta mira la foto de Violeta detenidamente.

Mariana: (a la señora) Por favor, si logra saber algo de la joven de la foto, háganoslo saber. Ahí están los teléfonos con los que puede comunicarse por si algo.

Señora: Ahora que miro bien la muchacha de la foto, se parece mucho a la modelo María Teresa Ferrer.

Mariana (extrañada): ¿María Teresa Ferrer?

Señora: Sí, esa modelo que sale en los programas de farándula de la televisión y en revistas. Si se fija, va a ver que tengo razón.

Mariana: Gracias señora. (A Beto) Yo ni enteraba estaba. Con todo lo que ha pasado ni me ha provocado mirar la televisión.

Beto: Yo tampoco mantengo mucho tiempo, por mi trabajo en el hospital.

Mariana: Y aunque esa señora tenga razón y la tal María Teresa Ferrer sea parecida a Violeta, sería imposible que fueran la misma persona. Ha de tratarse de alguna casualidad.

Beto: Sí, debe ser.

Ellos siguen repartiendo volantes.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Martha sigue impactada al verse descubierta por Andrea.



Andrea: ¿Por qué se queda callada? ¿Se le comieron la lengua los ratones?

Martha (nerviosa): No sé de qué me estás hablando. Mejor vete de aquí y no te atrevas a volver.

Andrea: No tiene caso que me lo niegue. Yo lo sé todo. La oí hablando sola el otro día que vinimos mi tía Soledad, mi mamá y mi hermana para ver a Violeta.

Martha recuerda que ese día, había tenido un momento de locura y se dijo así misma muchos de sus oscuros secretos.

Martha: Claro, tú me oíste. Ahora recuerdo que tu hermana te estaba buscando.

Andrea: ¿Lo ve? A usted no le conviene que yo ande de habladora, por eso quiera o no, va a tener que aceptarme en su familia y como la futura esposa de su hijo, ahora que Violeta no está de por medio.

Martha: Puedo darte dinero si eso quieres, mucho dinero.

Andrea: ¿Es usted tarada? Le estoy diciendo que me quiero casar con Mateo y hacerme cargo de la niña que se ha quedado sin madre. Tanto a usted como a mí, nos conviene estar de acuerdo. La tengo en mis manos.

Martha (furiosa): Está bien. Haré todo lo que me pidas. Seduce a mi hijo, enrédalo. ¡Haz lo que quieras! Pero no te atrevas a decir una sola palabra de lo que sabes, porque te puede ir muy mal muchachita (Amenazándola con el dedo índice).

Andrea: ¡Uy! ¡Qué carácter! Pero no se preocupe. Mientras usted sea complaciente conmigo, seré como una tumba. Ahora con su permiso futura suegrita, iré a ver a mi Maty.

Andrea se retira de sala y sube al segundo piso. Martha tiene un ataque de histeria.

Martha: ¡Maldición! Termino de librarme de la sabandija de Violeta para que ahora tenga que soportarme a una peor.

INT. / BAR / DÍA

Alfredo está ebrio en un bar. Toma alcohol de una botella sin parar, mientras llora.



Alfredo: ¡Soy un desgraciado, un cobarde! Todo lo malo que le está pasando a Soledad es mi culpa. Ella no me quiere perdonar. Mi hija está desaparecida y también es culpa mía. ¡Un miserable! ¡Eso soy!

Él sigue bebiendo en medio de su pena. Se ha vuelto un alcohólico.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, CUARTO DE MATEO / DÍA

Andrea entra en silencio al cuarto de Mateo y se encuentra con éste último, acostado sobre la cama y con un retrato de Violeta en sus manos.



Andrea (tímida): Hola Mateo.

Mateo (sorprendido): ¿Qué estás haciendo aquí? (Se sienta en la cama) ¿Por qué entraste? ¡Vete! ¡Déjame solo!

Andrea: Lo siento, pero no puedo hacer eso. Tú eres mi cuñado. Mírate Mateo. ¿En qué te has convertido? Tienes que superar de una buena vez lo de Violeta. Tienes una hijita preciosa, no puedes seguir así.

Mateo: (rompe a llorar) Yo amaba a Violeta. Ella era todo para mí. ¡Me engañó! Todos ustedes me engañaron, su familia, me engañaron para que me casara con ella. Lo hicieron por ambición.

Andrea: (tomándolo de la cara) ¡Escúchame! Eso no es así. Yo no sabía nada, ni tampoco mi hermana Mariana. Para nosotras fue una sorpresa enterarnos que Violeta es nuestra prima cuando siempre pensamos que era nuestra hermana. Los que siempre supieron la verdad fueron mi mamá, mi papá, la tía Soledad y por supuesto Violeta. Por eso siento lástima por ti y por esa bebita que no tiene la culpa de nada.

Mateo: Ya no sé en quién confiar.

Andrea: Yo no te pido que confíes en mí, porque entiendo que aún estás muy dolido. Para nadie ha sido fácil esto, pero por favor, hazme caso. Tienes que salir de estas cuatro paredes, ser un padre para tu hija, no dejarla sola. Piensa en ella (Empieza a llorar).

Mateo: ¿Estás llorando?

Andrea: Sí, lo estoy haciendo. Es que me duele mucho esta situación. Tú eres un hombre bueno, no mereces esto Mateo. Olvídate de Violeta y no permitas que ese odio por sentirte engañado, alcance a la pequeña Nina. Bastante ha sufrido la niña con ese problema en la columna, sin una madre y un padre que la atiendan.

Mateo: (limpiándose las lágrimas) Tienes razón. Mi hija me necesita. Desde que nació ni siquiera la he volteado a ver, por culpa de Violeta. Espero que esté lejos y no se cruce en mi vida de nuevo.

Andrea: Entonces levántate de esta cama, sal de este cuarto. Tómate un baño, sé el hombre que eras antes. Yo te prometo que seré como una madre para Nina, te voy a ayudar en todo lo que necesites. Conmigo no vas a estar solo Mateo (Lo toma de las manos, sonriéndole).

Mateo: Gracias Andrea. Veo que tú si eres una buena persona. Iré a darme un baño, a cambiarme de ropa y después iré a ver a la niña.

Andrea: Me alegra que tengas un pensamiento diferente. Ven, yo te ayudo.

Andrea desviste a Mateo. Le ayuda a quitar los zapatos, la camisa y el pantalón. Luego abre las cortinas. Mateo se molesta un poco por la luz.

Andrea: Iré a preparar el agua para que te des un buen baño. Más tarde le diré a Sabrina que organicemos este desorden de cuarto.

Ella se va al baño. Mateo se pasa las manos por el rostro, sintiéndose algo consternado. Andrea ha logrado ganarse un poco la confianza de su cuñado.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Martha está en la sala, leyendo el periódico. En eso, se encuentra con una foto de María Teresa Ferrer. La mujer se queda impactada al verla. Suena el tema "Oscuridad de Martha".






Martha: ¡Esta mujer! ¡Es idéntica a la tipeja de Violeta!

CONTINUARÁ…


Escrito por Aleja Soto

No hay comentarios:

Publicar un comentario