domingo, 8 de junio de 2014

Capítulo 12: Grandes recuerdos

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Martha está en la sala, leyendo el periódico. En eso, se encuentra con una foto de María Teresa Ferrer. La mujer se queda impactada al verla. 






Martha: ¡Esta mujer! ¡Es idéntica a la tipeja de Violeta!

Sabrina iba a entrar a la sala con un café, pero se detiene muy intrigada al oír los gritos de Martha. La mirada de ésta última comienza a tornarse a la de una verdadera psicópata y una risotada macabra proveniente de la misma asusta a Sabrina quien aún aguarda escondida.

Martha: (riendo nerviosa) ¡Esto es imposible! Yo me deshice de esa mujercita que seguro ahora debe estar vagando por las calles como una pordiosera cochina, como lo que siempre fue, o mejor, debe estar muerta. Y no volverá a aparecer en mi camino, ni mucho menos en el de mi hijo.

Martha se resigna. Tira el periódico al piso y sale sumisa en su estado de locura de la sala. Sabrina se esconde para que no la vea y luego de que Martha se ha retirado, Sabrina entra a la sala y pone el café en una mesita.



Sabrina (asustada): Dios mío. Esa mujer se está volviendo loca. ¿Qué estaría mirando tan enloquecida en el periódico?

La muchacha toma el periódico del piso y se queda sorprendida al ver en la foto de portada a María Teresa Ferrer, idéntica a Violeta.

Sabrina: Pero si es igualita a la señora Violeta. Claro, con razón Martha se puso así. ¿Será posible que sean la misma persona?

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, CUARTO DE MATEO / DÍA

Andrea sale del baño. Mateo aguarda sentado, semidesnudo en la cama.



Andrea: Ya está lista el agua Mateo. Puedes venir a bañarte. Procuré que quedara con buena temperatura.

Mateo: (levantándose) Gracias Andrea. Yo… (Se rasca la cabeza)… Te agradezco esto que estás haciendo por mí. Iré a bañarme, no me tardo.

Andrea: Lo hago con todo el gusto del mundo. Tómate el tiempo necesario (Mirándolo pícara).

Mateo entra al baño algo aturdido, cerrando la puerta tras sí y se mete a la regadera. Andrea abre la puerta en silencio y observa como el marido de su prima Violeta se baña tras la mampara.

Andrea: (mirándolo con lascivia) No veo la hora de que seas completamente mío Mateo, si tan sólo supieras lo mucho que me fascinas tú y tú dinero (sonríe). Qué tentación, pero ya caerás mi amor.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / NOCHE

Beto y Mariana llegan a la casa, después de haber repartido volantes con la foto de Violeta. Florencio está de visita.



Mariana: Hola.

Beto: Buenas noches.

Soledad: ¡Al fin llegaron! ¿Por qué se tardaron tanto?

Mariana: Estuvimos en otros barrios del norte repartiendo más y más volantes tía, pero nadie nos da ninguna información en concreto de Violeta.

Florencio: Extraño tanto a mi niña. Ella siempre me alegraba el día cuando llegaba a la florería con su sonrisa y buen ánimo (sonríe con nostalgia). ¿En dónde podrá estar?

Ulises: Usted no es el único que la extraña don Florencio. Todos también la echamos mucho de menos aquí en la casa.

Mariana: ¿Y Andrea? Tal parece que no está.

Soledad: Sí, salió esta mañana y desde entonces no ha vuelto, ni siquiera ha llamado. Esa muchacha es una perdida. Te pido perdón Ulises, por referirme de esa manera a tu hija, pero simplemente no puedo de la indignación viendo como hace lo que se le da la gana con Clemencia en el hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte.

Ulises (molesto): Tienes toda la razón. Tendré que ponerle un alto en cuanto antes a esa muchacha, darle una lección para que madure.

Mariana: Me parece muy bien que pienses así papá. Tanto tú como mamá debieron haberlo hecho desde hace tiempo para que Andrea cambiara esa actitud.

Beto (extrañado): ¿Entonces si no se ha aparecido en todo el día, en dónde se metió?

Mariana: ¿Quién sabe? No sé por qué presiento que no ha de estar perdiendo el tiempo y no precisamente en algo bueno. Cambiando de tema, cuando Beto y yo estábamos repartiendo los volantes, nos topamos con una señora.

Soledad (extrañada): ¿Y qué les dijo?

Beto: No nos dijo nada sobre Violeta, pero sí se le hizo muy curioso el parecido de ella con María Teresa Ferrer, una modelo muy conocida. Justo pasé a mi casa hace un rato por mi tablet para mostrarles.

Beto saca su tablet con conexión a internet. En unos segundos, logra buscar varias imágenes de la modelo María Teresa Ferrer en Google. Todos se acercan a él para mirar en la pantalla.

Ulises (sorprendido): ¡Es idéntica a Violeta!

Mariana: Sí, es verdad. Esa mujer tenía razón. Las dos son muy parecidas. Si bien podrían ser gemelas, pero es imposible que sean la misma persona. ¿En qué momento Violeta pudo convertirse en una modelo súper conocida?

Beto: Yo tampoco lo veo tan acertado. Ha pasado muy poco tiempo y Violeta solo lleva un mes de desaparecida.

Florencio: Créanme que he vivido lo suficiente para saber que la vida está rodeada de desaciertos e improbabilidades. Lo que vemos imposible, puede ser posible…

Mariana: ¿Tú qué dices tía Soledad? ¿También crees que pueda tratarse de la misma persona?

Soledad observa la pantalla del tablet conmovida y se lleva una mano al pecho. Luego mira a todos los presentes con los ojos vidriosos.

Soledad: Siento que esto se trata de algo más que una simple casualidad, no lo sé… Tengo una corazonada, algo que sólo podemos sentir las madres. Tenemos que conocer a esta mujer, contactarnos con ella. Tengo que hablarle, sentir si es mi hija, mi Violeta…

Ulises: ¿Y cómo podemos comunicarnos con una modelo tan conocida? Imagino que no debe ser nada fácil.

Beto: La única manera es averiguar el nombre de la agencia que la representa. Se me ocurre que podemos enviar un correo electrónico mostrándonos interesados en hablar con María Teresa Ferrer. Es la única manera.

Mariana: Falta saber si lo tomarían en serio, pero no perdemos nada con intentarlo.

Mariana consuela a Soledad, quien se muestra afligida.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, COMEDOR / NOCHE

La familia San Román está cenando. Sabrina aguarda de pie un tanto alejada de la mesa por si alguien se le ofrece algo. Andrea está presente. El comedor lo encabeza Martha, quien se muestra algo nerviosa por lo visto en la tarde en el periódico, pero decide montar una conversación.



Martha: (sonriéndole a Mateo) Me da muchísimo gusto que estés acompañándonos esta noche, hijo, pero más me da gusto verte de mejor semblante. Ya era hora.

Mateo: Gracias mamá. Tienes razón, era hora de que saliera de ese estado de letargo en el que me había sumergido por culpa de… de Violeta (Dice algo serio, pero sonríe). Y se lo debo a Andrea. Ella llegó en el momento propicio.

Martha (sarcástica): ¡Claro, Andrea! Qué oportuna muchacha. Qué caritativa. Veo que ella sí hace las cosas sin interés alguno. Esas son justo las personas con las que me gusta que nos relacionemos.

Andrea (hipócrita): Me alegra oír eso doña Martha. No sé por qué tengo el presentimiento de que nos vamos a llevar muy bien usted y yo. Para mí significa mucho estar aquí con ustedes, acompañándolos. Yo llenaré ese vacío que dejó Violeta en sus vidas e intentaré ganarme su confianza, su cariño y darles mi apoyo incondicional en todo momento.

Mateo: Eso te lo agradecemos mi mamá y yo Andrea (Pone su mano sobre la de ella). En esta casa vas a tener las puertas abiertas siempre.

Martha no puede evitar disgustarse al ver ese pequeño detalle de Mateo con Andrea, pero intenta disimular. En ese momento, la armonía se irrumpe. Alfredo entra al comedor totalmente ebrio y desarreglado.



Alfredo: ¡Buenas noches! (Todos se sorprenden al verlo en ese estado). Aunque para mí no son tan buenas. Miren no más. Ya ni siquiera me toman en cuanta para la cena. Lo dicho. ¡Para nadie valgo nada!

Mateo (sorprendido): ¿Tío? ¿Por qué estás así?

Alfredo: ¿Por qué estoy así? ¿Me preguntas por qué estoy así Mateo? ¡Porque soy un imbécil, un cobarde! ¡Eso soy! Les he hecho mucho daño a las personas que quiero por mi cobardía. Por mi culpa Violeta está desaparecida, por mi culpa la familia de Soledad pasa el peor de los momentos. ¡Por mi culpa!

Martha: (levantándose furiosa) ¡Esto es el colmo Alfredo! ¿Cómo tienes el descaro de aparecerte en el comedor borracho? ¿Desde cuándo perdiste la decencia? ¡Hasta un vulgar alcohólico te has vuelto!

Alfredo: ¡Tú no tienes derecho a juzgarme Martha! ¡Tú menos que nadie! Eres mala, no tienes compasión de nadie. No tuviste compasión de mi hija. La echaste a la calle como un perro, con ese maldito odio injustificado que le has tenido todos estos años a Soledad. Ella no tenía culpa de nada.

Sabrina: (acercándose a Alfredo) Señor Alfredo, por favor permítame llevarlo hasta su cuarto. Usted no está bien.

Martha: (a Sabrina) Eso llévatelo, porque no pienso seguir soportando semejante desfachatez. ¡Lo que faltaba!

Alfredo se deja llevar por Sabrina. Ella lo ayuda a caminar, ya que la embriaguez no le permite mantener buen equilibrio.

Mateo (consternado): ¿Desde cuándo mi tío se volvió un alcohólico?

Martha: Desde que Violeta está desaparecida. El muy imbécil a pesar de los años sigue igual de enamorado de la arribista de Soledad y eso no le permite ver el daño que tanto ella como Violeta han causado en nuestras vidas. Y aún así se atreve a culparme cuando sólo he defendido nuestro bienestar.

Andrea: (fingiendo pena) Pobre hombre. Se ve realmente afectado por todo lo que ha pasado. Todavía me resulta increíble que mi tía Soledad haya matado a su marido, señora Martha.

Martha: Pues créelo hijita, porque así fue. Lo mató a sangre fría y no conforme con eso, entrenó a su hija para seguramente hacer lo mismo con Mateo. Menos mal logré enterarme a tiempo de la verdad antes de que fuera demasiado tarde.

Por otra parte, Sabrina sienta a Alfredo en la cama de éste. Ella lo ve preocupada.

Alfredo: Gracias por traerme hasta aquí Sabrina. Puedes retirarte. Déjame solo.

Sabrina: Señor Alfredo, usted no está bien. Mírese. Sólo bebe licor. Eso no es bueno para usted.

Alfredo: (llorando) ¿Y qué más puedo hacer? Yo sólo estoy siendo un estorbo para todas las personas que me rodean. Por mi culpa, por los errores del pasado, mi hija está pagando las consecuencias y Soledad no me quiere perdonar. ¿Y cómo lo va a hacer si yo desgracié su vida? ¡Fui un cobarde!

Sabrina (desconcertada): Es mejor que descanse señor Alfredo. Le va a hacer bien. Tenga en cuenta que usted es un buen hombre y el pasado, es pasado. Hay que mirar el futuro. No permita que la amargura lo vuelva igual a su hermana (Le sonríe con ternura).

Alfredo rompe a llorar. Sabrina se sienta a su lado y lo abraza para consolarlo.

EXT. / PLAYAS DE MIAMI / AL DÍA SIGUIENTE

Violeta está en traje de baño, luciendo su esbelto cuerpo, acostada en la arena. Usa un sombrero de verano. La muchacha mira el mar y los turistas, pensativa.



Violeta: Si tan sólo pudiera recordar más… ¿Quiénes son mi familia? Mi hija… Sólo escucho en mi mente su llanto y una casita modesta. ¿Qué tiene que ver esa casa en mi vida? ¿Yo vivía allí?

En eso llega Mario, también en traje de baño. Se acerca a violeta y se sienta al lado de ella, sonriéndole.



Mario: ¿Qué pasa?

Violeta: (sonriendo forzada) Nada, no te preocupes. Sólo intentaba hacer memoria, pero no logro recordar mucho. Los recuerdos que me llegan son muy escasos.

Mario: Ya tendrás tiempo para seguir haciendo memoria. Hace un día de sol espectacular, disfrútalo. ¿No te parece? Ya tuviste mucho trabajo, es justo que te relajes.

Violeta: Sí, tienes razón (sonríe).

Violeta se acomoda y sigue disfrutando del sol con Mario.

FLASH FUTURE
EXT. / JARDÍN / DÍA




Violeta se encuentra caminando a pasos lentos por un campestre jardín, mirando hacia adelante con una mirada de angustia.



Violeta: Ya recuerdo más cosas sobre mi vida. Recuerdo un día… Un día tormentoso, un día en que el desespero y el dolor me tenían privada de la razón por algún motivo fuerte, un día que me duele por lo mismo. ¿Pero por qué? ¿Qué pasó en ese día? ¿Qué tan fuerte es ese motivo…?

INT. / CASA DE MARIO, COMEDOR / DÍA

Violeta le cuenta a Mario sobre los recuerdos más recientes que ha tenido, mientras desayunan. Mario escucha, mientras le muestra una escueta e incómoda sonrisa.

FLASH FUTURE
EXT. / JARDÍN / DÍA


Mario aparece en el jardín con una mirada seria. Se acerca a Violeta quien está parada de espaldas mirando al horizonte y pone sus manos sobre los hombros de ella.



Mario: ¿Qué tanto podrás seguir recordar en un futuro? ¿Cuándo logres recordar a tu familia, me abandonarás…? Me he acostumbrado a ti. He aprendido a quererte. Ya no quiero perderte.

INT. / CASA DE LA FAMILIA LÓPEZ / DÍA

Andrea llega a su humilde casa. Entra, ve que al parecer no hay nadie y tira el bolso sobre el sofá. Luego se dirige a la cocina, abre la nevera y busca algo de comer. En eso, entra Mariana.



Mariana (enojada): ¿Se puede saber qué estás haciendo aquí?

Andrea (cínica): Es mi casa, ¿no? Vivo aquí. Esa pregunta sobra hermanita.

Mariana: ¡Eres una cínica! Este no es un hotel al que puedes llegar cuando se te da la gana. Es una casa decente que no has sabido respetar. ¿Se puede saber en dónde se ha quedado todas estas noches la señorita? (Dice con sarcasmo).

Andrea (molesta): Eso a ti no te importa. Ya estoy lo suficiente mayor como para estar recibiendo regaños y menos viniendo de ti, que eres menor que yo, así que déjame en paz.

Mariana: Pues si tanto quieres paz, ¿por qué no te quedas viviendo allá en donde te la pasas metida todo el día? Pareciera que no te preocupas ni un poco por la situación en la que estamos con mamá en el hospital y con Violeta desaparecida.

Andrea: Ya ves que no, no me preocupa. Bien lo has dicho tú. Tengo cosas más importantes que hacer para mejorar la porquería de vida que he llevado viviendo en esta casa.

Mariana: ¿Cómo puedes valorar tan poco lo que con esfuerzo papá y mamá te han dado?

Andrea: ¡Todo ha sido una zozobra y una miseria, con las cuales yo nunca me he conformado! ¿Qué puedo yo valorar, ah? A diferencia de ti, yo sí tengo una mentalidad más abierta para no conformarme a una vida mediocre. Mira a Violeta. La muy mustia creía que casándose con un tipo rico se iba a forrar en dinero. ¿Pero en qué acabó todo?

Mariana: Violeta en ningún momento se casó con Mateo por interés. Todo fue obra de la casualidad que le jugó una mala pasada, pero pronto ella aparecerá para aclarar todo.

Andrea: (burlándose) Lo dudo mucho… Ya lleva más de un mes desaparecida y aún no da señales de vida.

Mariana: Ni tanto, fíjate, porque ya sabemos en dónde puede estar, así no lo creas. Estamos a un paso de confirmarlo.

Andrea (incómoda): No puede ser. ¡Violeta no puede aparecer ahora!

Ella sale de la cocina a toda prisa. Mariana se queda un poco extrañada por eso.

INT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, SALA / DÍA

Martha está en la sala, observando de nuevo aquel periódico en el que sale la foto de la modelo María Teresa Ferrer en portada.



Martha (cavilando): Me gustaría hablar personalmente con esta mujer, la tal María Teresa Ferrer. Sólo así podré estar tranquila sabiendo que no es la misma arribista de Violeta.

En eso, suena el teléfono inalámbrico de la sala. Martha lo toma y contesta.

Martha: ¿Sí, diga?

Andrea habla al otro lado de la línea, desde la cabina de un teléfono público.



Andrea: Doña Martha, soy yo. La llamo para decirle algo urgente, no podía esperar para hablar con usted así fuera por teléfono.

Martha (molesta): ¡Estúpida! ¿Te das cuenta que no es conveniente hablar por teléfono y menos aquí en mi casa? ¡Nos pueden oír o darse cuenta de algo!

Andrea: ¿Sabe qué? No estoy para soportar su mal humor. Escúcheme. Va a tener que hacer algo urgente para evitar que mi familia descubra el paradero de Violeta, porque han estado averiguando y es posible que ya sepan en dónde está.

Martha: (frunciendo el ceño) Si esa mujercita aparece, yo sabré cómo encargarme de ella y le impediré el paso, pero tú también tienes que hacer tu parte.

Andrea (exasperada): ¿Y qué puedo hacer yo?

Martha: Lo que estás planeando hacer, casarte con mi hijo. Lo tienes que seguir engatusando para que Violeta no vaya a ser quien lo enrede de nuevo y te lo quite. Todo depende más que todo de ti.

Andrea: Bueno. Ya entendí. Veré que puedo hacer, pero necesito que usted también me ayude. Hable con Mateo y métale en la cabeza que yo soy la mujer indicada para él. Usted es su madre. Es más fácil que la escuche.

Martha: Por eso no te preocupes. Te echaré una mano queridita, para que veas que no soy tan cruel como parezco. Para mí el bienestar de Mateo es lo que más importante. Voy a colgar ya. Como te dije, no es conveniente hablar por teléfono.

Andrea: Antes de que cuelgue, necesito que me abone dinero a mi cuenta bancaria para comprarme un par de vestidos. Mire que debo lucir como una mujer elegante y fina para su hijo, para que él se fije en mí.

Martha: Más tarde me encargaré de eso. Adiós.

La mujer cuelga el teléfono muy molesta.

FLASH FUTURE
EXT. / JARDÍN / DÍA




Martha se encuentra en el jardín, ocupando una mesita de cristal.



Martha: Violeta… ¡Esa maldita infeliz! No permitiré que se acerque a mi familia de nuevo, ni mucho menos a mi hijo, aunque sea lo último que haga. En este juego de ajedrez, seré yo quien dé el jaque mate. Sólo me falta deshacerme de la entrometida esa de Andrea.

Luego, en el jardín aparece Andrea, abrazando por detrás a Mateo quien observa ensimismado hacia adelante.



Andrea: Tengo todo bajo control. Mateo es mi novio y la vieja bruja de Martha no podrá deshacerse de mí tan fácil. Primero la quito a ella del camino (Sonríe con malicia).

INT. / LOCUTORIO / DÍA



Beto está en un locutorio, ocupando un computador. Se ve que en la pantalla está enviando un correo electrónico.

FLASH FUTURE
EXT. / JARDÍN / DÍA


Soledad, Mariana, Beto, Ulises y Florencio ahora se encuentran en el jardín. Soledad, Ulises y Florencio ocupan la mesita de cristal, mientras que Mariana y Beto están de pie al lado de ellos, todos con una cara seria, pero a la vez de angustia.



Ulises: Muchas son las malas situaciones que estamos pasando…

Mariana: Mi mamá en el hospital… Violeta desaparecida. Todo esto nos ha dejado destrozados y sin consuelo.

Florencio: Pero la esperanza es lo último que se pierde. Sólo nos queda confiar en la bondad de Dios y que pronto todo se solucionará.

Beto: Por eso seguiremos persistiendo, buscando a Violeta y orando por la salud de doña Clemencia.

Soledad: Y tengo la seguridad de que pronto encontraremos a mi hija, a mi Violeta antes de que la duda me siga matando. ¿Será esa misma modelo? ¿Es posible que existan dos personas tan parecidas en el mundo?

EXT. / MANSIÓN SAN ROMÁN, JARDÍN / DÍA

Mateo se encuentra caminando por el amplio jardín de la mansión, tomado de la mano con Andrea. Los dos en un momento dado, paran de caminar y se miran sonrientes. Mateo le da un beso inesperado a Andrea y ésta le corresponde. Sabrina a lo lejos, observa indignada y se va.

FLASH FUTURE
EXT. / JARDÍN / DÍA

Mateo ahora se encuentra caminando por el jardín.



Mateo: He aprendido a querer a Andrea. Después de todo, ella me ha ayudado mucho, me ha apoyado y me sacó de un momento duro de mi vida, pero… no logro amarla tanto como a Violeta a pesar del daño que ella me hizo.

INT. / AGENCIA DE MODELAJE / DÍA

Mario llega a su agencia de modelaje. Justo cuando se dirige a su oficina, es abordado por uno de sus asistentes.



Asistente: Disculpe Dr. Arismendi. Le vengo a informar de suceso que se ha hecho bastante constante estos días.

Mario (extrañado): ¿Qué pasa?

Asistente: Han llegado varios correos electrónicos al mail de la agencia de alguien en especial, que dice estar interesado en conocer personalmente a María Teresa Ferrer. Pensamos en ignorarlos en un principio, pero como le digo, siempre llega un correo nuevo todos los días.

Mario: ¿Es de una dirección anónima?

Asistente: La dirección está bajo el nombre de Beto Ojeda.

Mario se queda pensativo y extrañado por eso. Por otra parte, en la misma agencia, Violeta está en su camerino, usando una bata blanca y maquillándose frente al espejo, puesto que tiene más tarde una sesión de fotos. De repente, Violeta deja de maquillarse y ve fijamente su reflejo en el espejo. Múltiples recuerdos pasan por su mente de su familia. Momentos que pasó con sus primas, con quienes creció pensando que eran sus hermanas. Se ve abrazando a Clemencia a Ulises, a quienes llama mamá y papá respectivamente, pero las palabras de una mujer retumban en su cabeza y la confunden.

Voz de Martha (recordando): ¡Eres la hija de una asesina! … ¡Eres una estúpida! Toda tu vida has sido engañada, pero te voy a hacer un favor confesándote la verdad… Ella estuvo todos estos años en la cárcel, pagando su condena por haber matado a mi marido, tuvo que entregarte a la tal Clemencia para que te criara.



Violeta: (dejando de recordar) Ya mis recuerdos están un poco más claros, recuerdo a mi familia, pero esto siempre me confunde. La mujer del recuerdo me decía que mi madre estuvo en la cárcel, sin embargo yo no recuerdo que Clemencia haya estado reclusa porque siempre fue un ama de casa entregada, pendiente de sus hijas. Pero tal parece que esa mujer se refería a una persona diferente a Clemencia, porque primero se refiere a mi madre y después menciona a Clemencia. ¿Eso quiere decir que Clemencia no es mi madre? ¿Entonces por qué en mis recuerdos la llamo “mamá”?

CONTINUARÁ…


Escrito por Aleja Soto

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